Per se, el primer viernes de marzo siempre se presta a ello. La veneración a Jesús Nazareno en la iglesia de San Miguel obliga. Una de las pocas imágenes zaragozanas con "siglos de amor y devoción", que reza el libro de Carlos Pardos sobre el Ecce Homo. Y si a esto sumamos que este año coincide con el primer viernes de Cuaresma, tenemos que los actos cofrades se intensifiquen para no parar hasta el Viernes Santo y su consiguiente Pascua.
Raro será que hoy no encontremos un momento de encuentro, una escena que no nos invite a participar, como ya ocurre desde el Miércoles de Ceniza, donde quien más quien menos, tenía misa de la cofradía. Venimos del Quinario de la Humildad para enlazarlo con el Tríduo de los Nazarenos. Y por supuesto los viacrucis. Comienzan los viacrucis. La Dolorosa en la Seo, la Crucifixión en el Hospital Militar, la Columna en Santiago, en San Felipe sus tres cofradías (Coronación, Humillación y Ecce Homo)...
Y si no, tarde de ensayos, o de exposiciónes con el 75 aniversario de la Eucaristía en el Perpetuo Socorro. Podemos visitar a la Virgen de las Lágrimas en la iglesia de San José Pignatelli hasta el 17 de marzo o a Nuestra Señora de la Confortación, a la que ya se le puede rendir culto en el Portillo, y a Nuestra Señora de la Divina Gracia en la iglesia del Hospital Provincial, la última imagen en sumarse al elenco de "virgenes" de nuestra Semana Santa.
Pero también podemos descender a la frugalidad de la vigilia. Los pasteles de cuarema y las torrijas ya lucen en los escaparates de las pastelerías. Miramos de diferente manera a los garbanzos o el bacalao. Se abre un tiempo nuevo, vivido tantas veces pero no por eso menos deseado.
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