"Pasado el sábado, al alborear el primer día de la semana, fueron María la Magdalena y la otra María a ver el sepulcro...." (Mateo 28, 1-10)
Nosotros también vamos al sepulcro y allí ya no está. San Cayetano presenta un aspecto totalmente distinto al de estos días. Como decía en la carta de ayer, el relato nos sigue cuadrando metafóricamente. Mientras nos empeñamos en desmontar pasos y recoger imágenes y atributos, solo la Virgen de la Esperanza se mantiene intacta, presente.
Los pasos van saliendo hacia sus lugares de recogida. Se cubre y protege el paso de la Entrada, el del Descendimiento, se coloca el calvario de las Siete Palabras en su altar, a la Piedad en el suyo y a la Dolorosa se traslada de momento a la sala Capitular, igual que al Cristo de la Cama....... El Cristo de la Septima Palabra se ofrece más cercano que nunca (impresionante).........Las flores se reparten o se acumulan entre los pilares........ un desorden organizado y ordenado.
Pero la Virgen de la Esperanza sigue allí, esperando a que lleguen poco a poco sus cofrades del Cristo Resucitado. Es de admirar como son capaces de organizarse, aislándose de ese trajín que llevan las otras cofradías. También se envidia que hoy no se tenga "el celo por las normas" que se tiene en otros momentos, y todos entremos y salgamos de la iglesia como Mariano por su casa. Será que el día es distinto, que Cristo ha Resucitado, estamos de fiesta y hay que salir a buscarlo y a festejarlo. Y esto nos lo facilita la Hermandad de Cristo Resucitado y Nuestra Señora de la Esperanza, a cuyos hermanos acompañamos hasta la plaza del Pilar y presenciar el Encuentro Glorioso de la Madre con el Hijo. Y como estamos en Zaragoza que mejor que el redoble del tambor y el sonido y baile de las jotas. En Zaragoza somos así; y esto no lo vas a encontrar en otro sitio.
El discurrir hasta el lejano Colegio de los Agustinos supone nuestro último acompañamiento cofrade entre cofrades. Al año que viene más; seguro.
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