En la floristería los pétalos rojos de las poinsettia
se mezclan con hojas de acebo, creando un tapiz festivo que parecía cobrar vida
con cada respirar de las velas cercanas. El aroma fresco del eucalipto llena el
aire, transportando a los clientes a sueños de Navidad.
La música suave de villancicos suena
de fondo y el crujir de papel de envolver crea una sinfonía de celebración. La
floristería, con sus colores vibrantes y su magia efímera, se convierte en el
lugar donde la Navidad germina en cada rincón, esperando ser llevada a hogares donde la alegría y la calidez de la
temporada llenaran los corazones de quienes abrieran sus puertas a la belleza
de la Navidad.
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