Los tambores se quedan en el trastero. Allí llevan desde el domingo 8 de marzo del año pasado. Nunca habían pasado tanto tiempo guardados. Y lo que les queda. Porque son tambores cofrades, de los que solo se tocan ensayando o representando a la Hermandad (o despertando al Papa. De Roma, que a veces me olvido tildes, pero esta vez no).
Tambores que suelen despertar de su letargo en noviembre, dispuestos a preparar toques, marchas, trozos de concurso... Tambores cofrades, si, pero que aguantan poco más de seis-siete meses de encierro. Como las baquetas y las muñecas dispuestas a redoblar sobre sus parches.
Esta colección epistolar suele aletargarse varios meses más. Espera iniciar sus "franqueos" con la aparición del cartel que anuncia una nueva Semana Santa a la ciudad. Y aunque el otro día la prensa apuntara que habrá cartel, en estos tiempos donde es difícil hacer planes y no hay fechas en el calendario con certezas, nos ponemos hoy a cartear.
Y lo hacemos porque ya es San Valero; y para muchos cofrades zaragozanos que le dan al instrumental es el día de comenzar los ensayos; y de hacerlo compartiendo el roscón del santo entre los primeros redobles, llaves apretando tuercas, tensando parches, afinando bordones. El roscón se come en casa y el tambor seguirá un año más en el trastero durmiendo. No se si el sueño de los justos, porque el motivo no es para estar tranquilo. Al menos los tambores, los instrumentos, y el resto de personas que preparan y se preparan para la procesión tienen asumida la evidencia de que no va haber. El resto de actos que dan forma a la celebración de la Cuaresma y la Semana Santa siguen con la incertidumbre de como, donde, por donde, cuando y cuantos podremos hacerlos.
No se si las cofradías estarán dando forma a sus programas en formato papel pero de momento ya se afanan para llegar a los 1.000 suscriptores necesarios para crear un canal youtube. Por ahí irán los tiros. Y las cartas por aquí.
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