En esas mañanas de septiembre poco antes de las 9, camino del café con leche y croissant a la plancha en el Filipinas, alegra encontrarse con la bicicleta de Enriqueta frente al "Coviran". Señal de que ahí la tienes en la caja registradora, dispuesta a darte conversación cuando entres a comprar y contarte lo bien que ha ido el verano, lo que han trabajado y los buenos días que van a hacer. Es fácil encontrarla luego paseando a buen ritmo por la playa a primera hora de la tarde; así luce ese moreno permanente para los que la conocemos solo en verano. Es de las que piensa que cada vez llueve menos, y que echa en falta el olor a humedad que impregnan esos días que tendrían que ser más normales en el norte de España.
Pero si llueve dejaría de ver la estampa de su bicicleta que alegra la vista y que queda tan fotogénica con la Casa Ocejo de fondo. La bici ya de por si es coqueta, con su cesta delantera, su parrilla trasera sobre el guardabarros y timbre en el manillar. Y que decir de la Casa Ocejo, donde pasó sus vacaciones el Rey Alfonso XII en 1881 invitado por el Marqués de Comillas y albergando el Consejo de Ministros del 5 de septiembre. Quien sabe, en este 2020 a lo mejor el Rey hubiera tenido que llamar por cortesía al Marqués, lamentando no poder aceptar la invitación y provocando que algún ministro lo calificara de atentar contra la neutralidad de la institución; un ministro que a su vez es capaz de prometer una lealtad en la que no cree.
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