viernes, 20 de diciembre de 2019

HISTORIAS DESDE EL BELÉN: El mendigo


Aurelio es el mendigo de nuestra calle. Todo un profesional. Mendiga por la acera pero con cortesía. Solo pide dinero a los que nos conoce y cada dos o tres meses.Tiene su clientela establecida, a la que saluda educadamente (claro, hay que mantenerla) y a la que no quiere agobiar. Y presta servicios como compensación, tipo avisos, guardándote la vez en la fila del mercado, o incluso alguna pertenencia para que se la de a familiares o conocidos que pasarán a recoger dentro de un momento. Como por su "trabajo" tiene todo e tiempo del mundo, le  encanta dar conversación callejera, con olor a cerveza y a algún porro que otro.

Sería un digno miembro de "la corte de los milagros", pero a Aurelio le gusta ir por libre. Es más, nunca lo verás  al otro lado de la acera, en las escalinatas de la parroquia del Carmen o en la fila del comedor de la obra social. No le va eso de relacionarse con otros colegas y por eso no le gustaba acompañarme a que le hiciera la compra al DIA porque en su puerta pedía uno de la competencia. Y es que no siempre te pide dinero, hay veces que, o te acompaña a que le compres algo o te da la lista de la compra que se suele basar en choped, algo de queso y flanes. Los flanes tienen que ser de huevo porque los de vainilla le sientan mal. Aurelio es todo un personaje, y el día que no te lo encuentras te preocupas, y preguntas a la del estanco o en la farmacia si le ha pasado algo.

En nuestro "belén" el pedigüeño es ciego, con su lazarillo y todo. Como no se mueve, no sabemos si al volver a casa recobra la vista como los personajes de Victor Hugo. Y ya que hacemos mención a la literatura, estudiando COU en la Universidad Laboral tuve un profesor de esta materia que era ciego, además de peruano. Sus apuntes los traía en braille y a él lo traía su mujer, también profesora, que lo trasladaba de clase en clase, ataviado  en invierno con el típico gorro peruano y un poncho andino, y las maldades de las alumnas (cuarenta chicas, dos chicos por clase) decían que si no fuera ciego para rato iba vestido así. Cuando lo recuerdo me sale el nombre de Atahualpa; no se si porque se llamaba así o era otra de las maldades del personal. 

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