En el tramo más transitado del barrio de la Magdalena encontramos anclada en el tiempo la vieja tienda de caramelos. Llamarla de “chuches” sería actualizar demasiado el concepto de tienda y equipararla a otros establecimientos con los que no tiene nada que ver. Ni por trayectoria ni por filosofía de negocio.
Quedaría
muy bonito en el relato decir que cada vez que cruzas la puerta, el tiempo
parece detenerse, pero solo con mirar su fachada, desgastada por los años, sus vitrinas y escaparates, el calendario se
detiene solo. No hace falta entrar. La nostalgia inunda el aire, con esa caja de Juegos Reunidos
GEYPER, el Cinexim, los adoquines, la Virgen del Pilar…
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