Decíamos en la primera carta de este 2024 que hacen bien las cofradías en conmemorar sus aniversarios. Y eso que con algunas ya hemos celebrado muchos y de todo tipo. Las cofradías están vivas; cada año ingresan nuevos miembros o se hacen mayores los más jóvenes. Es bueno recordar y dar a conocer lo que se tiene y de donde se viene. Tampoco es la primera carta que dedicamos a los aniversarios, me suena que alguna vez hemos escrito que estas celebraciones sirven para poner reivindicar lo que apreciamos. Y así distinguimos nuestra historia, valoramos nuestro patrimonio, sea material o inmaterial (procesiones, marchas de tambores...), y rendimos homenaje a los que nos precedieron y sentaron los cimientos de lo que somos y tenemos.
Y ahora estamos inmersos en las
bodas de diamantes de algunas de las imágenes titulares que con su aparición
marcan el inicio de una nueva etapa en la imaginería pasional de nuestra
ciudad.
Las modernas cofradías se crean
entorno a los pasos propiedad de la Sangre de Cristo y se hacen filiales de
esta para poder disfrutar de los mismos y participar con ellos en la procesión
del Santo Entierro. Pero ya en 1941, la Cofradía de Jesús Camino del Calvario estrena
paso propio con el Misterio de la Caída del Señor. En 1944 al fundarse la
Cofradía del Silencio se integra en el Santo Entierro con el Cristo de la
Agonía de la Parroquia de San Pablo, como hacía desde 1940 la Esclavitud de
Jesús Nazareno procesionando su advocación. En 1944 cuando la Cofradía de Jesús
atado a la Columna presenta el proyecto de José Bueno para la realización de un
nuevo paso el cual realizaría su primera salida procesional en 1949 y que
supuso un cambio radical en la imaginería que hasta entonces había imperado en
nuestra ciudad. En 1945 la Cofradía de las Siete Palabras y de San Juan nombra
una comisión para estudiar el asunto de tener un paso propio, que termina
encargando el proyecto a Félix Burriel en 1946 y que verá la luz en la Semana
Santa de 1948. De 1949 es también la Dolorosa de la Hermandad de San Joaquín;
pero esta merecerá, si me lo permitís, carta aparte.
Así como el paso de la Caída
provenía del catálogo de los Talleres de
Olot, con los de las Siete Palabras y la Columna, entran en la historia de la
imaginería de nuestra Semana Santa, dos artistas consagrados de la escultura
del siglo XX. Félix Burriel y José Bueno, dos autores que no se caracterizan precisamente
por su obra religiosa y si por la civil, y que dan prestigio a nuestro conjunto
escultórico procesional, y junto al Cristo Resucitado de Albareda, dejan bien
cubierto el siglo pasado y dan el toque distintivo de calidad cuando se estudie
la Historia del Arte de nuestros pasos.
"La Columna", lleva de celebración desde el año pasado bajo el lema "75 atado a Tí". Por eso es de aplaudir la exposición
del “Señor Atado a la Columna”, organizada por la cofradía de “la Columna” en
el Centro Joaquín Roncal, entre el 24 de enero al 10 de febrero. Con ella se revindicó
al artista y su la obra; a la obra y a su creador. De puertas para dentro para que
los cofrades nos sintamos orgullosos de lo que tenemos (sobre todo los de la Columna); y de puertas para fuera
para que la ciudad también sienta y conozca el valor de lo que tiene, en la calle y en su Semana Santa.
De este modo un cofrade puede ir por el parque Grande y decir: “Mira, el Batallador, es de Bueno, el mismo escultor que ha hecho el paso titular de la Columna”. O cualquier persona puede encontrarse una procesión callejeando el Jueves Santo y decir “Mira ese paso, es del mismo autor que las esculturas del cementerio, o la mujer de la plaza Aragón, o la escultura de San Pedro Nolasco….”
Una pena de que la exposición ya
haya pasado, pero seguro que con el material que ha puesto a disposición la Cofradía
del Señor atado a la Columna por diversos medios, puedes hacerte una idea
de la misma.
Constaba de cuatro partes, siempre con el hilo conductor del majestuoso Señor atado a la Columna. La
primera y la segunda dedicada a José Bueno Gimeno y otros artistas aragoneses
que trabajaron en el paso. Continuaba con la explicación de la evolución y de
las modificaciones que el conjunto ha sufrido con el paso del tiempo para
terminar con cartelería, hemeroteca, programas y otros soportes en los que la
imagen ha sido protagonista.
No va a se la única exposición
que sobre José Bueno Gimeno va a haber. En breve nos encontraremos, como con
algunas de sus obras sucede, con el artista en la calle. Félix Burriel también
sería merecedor de lo mismo. Las Siete Palabras, el resto de cofradías y la
ciudad de Zaragoza se lo deben.
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