Tarazona tiene sobrados alicientes para acercarse a ella y perderse por sus calles y callejuelas.
Fruto de su posición estratégica entre el valle del Ebro y la Meseta, desde su fundación como ciudad anterior a los romanos y su pronta designación como sede episcopal ha testigo de pactos y guerras, bodas reales y celebraciones de Cortes. La convivencia de cristianos, judíos y musulmanes dejaron un patrimonio artístico e histórico que confieren a esta ciudad de una gran belleza, aumentada en los últimos años en un proceso de restauración y conservación que merece ser destacado. Y aún les queda pues ciertas zonas (entorno a la calle mayor) presentan abandono y degradación.
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