La calle Alfonso. El termómetro de la Zaragoza festiva. La animación de la ciudad mide su intensidad en la densidad de población que discurre calle arriba, calle abajo, cuando no es el pregón de las fiestas, la cabalgata de Reyes, el desfile de carnaval o la Semana Santa quien ocupa su calzada peatonal. No podemos decir lo mismo del vecindario que se asoma a sus balcones, pues es mínimo. La burguesía adinerada que ubicará allí sus viviendas cuando fue construida allá por 1865 decidió hace décadas que se iba a vivir a otros lares dejando estos pisos en manos de oficinas y despachos.
Edificios decimonónicos que muestran una estética uniforme, como pocas calles de Zaragoza, solo distorsionada por el roto que supuso en su tiempo el solar de Almacenes Gay, y que presentan en puertas, ventanas, dinteles, llamadores...... lo más elegante y noble de esta ciudad. Lastima del comercio, prácticamente absorbido por las franquicias que, si bien mantienen con vida, homogeneizan todas las calles occidentales.
La calle Larios de Malaga en alguna web la incluyen como una de las calles más bonitas del mundo. En fotos las puedes confundir.
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