Si, reconozco que el título es
exagerado. Pero ¿a que te ha llamado la atención? Y habrás pensado, “de que
querrá escribirme este hoy”. Título exagerado aunque quizás no del todo
desencaminado.
El término Siglo de Oro se acuñó para definir el apogeo de la cultura española a caballo entre el Renacimiento del siglo XVI y el Barroco del siglo XVII. Literatura, pintura, música, arquitectura, teatro, poesía…. despiertan los sentido, gustan de lo artificioso, se recrean en el gozo de la belleza y de la fiesta y disfrutan causando asombro y sorpresa. Y todo con una situación económica angustiosa unida a la ineficacia e incapacidad de los gobernantes que, como cuentan los estudiosos de la época, acrecentaron una crisis social y política y un empobrecimiento de las masas por la falta de crédito, las guerras económicas y hasta con una suspensión de pagos por parte del reino, dando lugar a devaluaciones monetarias y la posterior caída de la actividad económica.
Te recuerdo que estaba hablando del siglo XVI y el XVII, no del XXI. Pero resulta que en esta gris y paupérrima primera década del XXI nuestra Semana Santa zaragozana la está vivienda como si su Edad de Oro se tratase. Por lo menos en lo que se refiere a aquello que el amigo Ricardo Navarro acuñó como “cultura morada”.
Los años 30 y 40 vieron nacer a nuestras cofradías; los 50 y 60 supusieron la expansión de los tambores; los 70 se abren a la participación de la mujer; los ochenta a los piquetes y a las peanas y junto a los 90 a la celebración de los aniversarios; y el fin de siglo a nuevos sonidos, otros acentos y a la costalería. Y todo este espectro alimenta las ganas de hablar, contar, recrear, difundir y transmitir el mensaje y el mundo cofrade desde otras perspectivas, uniendo cultura, tradición y fe. Algo habitual en España por los siglos de los siglos…………
Es cierto que a lo largo de todas esas décadas hubo exposiciones, publicaciones, proyecciones, conciertos……. Y cada uno tendrá su Siglo de Oro particular, esa edad en la que vivía la Semana Santa con más pasión, con más responsabilidad, estaba más involucrado, o simplemente tenía 16 años(si por mi fuera “ochentame otra vez”). Pero échale un vistazo a la agenda de la web Pasión en Zaragoza de Paco Sangorrín (no se confundan que diría Manolo Lama) y en los últimos años difícil encontrar un hueco en Cuaresma, e incluso mucho antes, donde no se programe un acto al margen de los propios de culto de cada una de las cofradías. Sin parangón con épocas pasadas.
Un amigo mío dice que ahora hay
mucho cofrade de despacho, y que el ser cofrade se vive en la calle. Esto
último es cierto (como también es cierto que hay mucho cofrade de bar), se vive tanto en la calle durante 188 horas que luego algunos
son capaces de dar contenido al resto del año.
Y de este modo, y dejando a un
lado las actividades de las cofradía, y
gracias a las asociaciones culturales, a iniciativas particulares o a distintas
plataformas, en lo que llevamos de siglo XXI tenemos dos revistas anuales,
varias colecciones y líneas editoriales, publicaciones, documentales y exposiciones sin
necesidad de ser conmemorativas o de recurrir al patrimonio cofrade. Conciertos
de temáticas distintas, algunos con grabaciones y con estrenos de piezas
musicales dedicadas a nuestra Semana Santa. Concursos varios, premios, tertulias y tertulianos, ciclos de conferencias, cuadernos de investigación, suplemento especial de Heraldo de Aragón e incluso galas, “perfomance”
y una galería de arte siempre abierta a la proyección de la “cultura morada”. Hasta
se ha legado a la ciudad un “Monumento a la Semana Santa”
Pero si nos centramos en lo que verdaderamente
nos mueve, las procesiones, estas no han parado de crecer y enriquecerse con
nuevos atributos, modificación de grecas, disposición de pasos y un aumento en
el número de estos tal que en San Cayetano se obran milagros para dar cobijo a
(casi) todos. El Santo Entierro recupera figuras y simbolismos y el Sábado Santo
se reinventa para cofrades y cofradías
con una cuidada escenografía propia de los famosos monumentos del
barroco.
Y no queda ahí. Para este año, que amenaza con un par de libros, varios exposiciones y un par de documentales, se
anuncian dos nuevas esculturas de prestigiosos imagineros. Los escultores de
nuestras cofradías siempre son prestigiosos (hasta los anónimos), pero los que de esto entienden dicen que Miñarro y Navarro Arteaga lo son. A algunos, si nos sacan de Llovet,
Alegre, Albareda, Burriel o Bueno somos todo ignorancia.
Ya ves….. crisis, pero no para la
cultura morada en su Edad de Oro.
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