Una de las primeras postales de este verano
aludía a las ruinas como la parte final de un argumento que te has quedado sin
conocer. Pero no ocurre eso con todas.
En el camino nos hemos topado con las del Monasterio de San Pedro de Arlanza,
las cuales han dejado clara huella en el devenir de la historia. Situado cerca
de Hortigüela (Burgos), camino de las monumentales villas de Covarruvias y
Lerma, y a orillas del rio que le da nombre, fue uno de los centros monásticos
más importantes de Castilla. Fundado en el año 912 recibió el apelativo de
“Cuna de Castilla”, al estar relacionada su fundación con Fernán González y el
resto de primeros condes castellanos de los que nos hablaban en los colegios.
Estuvo en funcionamiento hasta la desamortización de Mendizabal.
Visitarlo una tarde que amenaza tormenta
supone toda una recreación romántica.
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