Entre frondosos bosques de enormes arboles, tan viejos que hasta llevan verrugas, localizamos una inacabable sucesión de circos y lagunas de origen glaciar conformando un paisaje de extraordinaria belleza. No hay año que no subamos hasta aquí (igual que la Vuelta a Burgos), aunque en esta ocasión, en vez de andar hasta la Laguna Negra y la Larga, hemos escogido merendar entre la de los Patos y la Brava. Te teletransportan allí y te dicen que es el Pirineo te lo crees.
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