El belén, también llamado nacimiento, pesebre o portal es la representación plástica del nacimiento de Jesucristo, que se suele exponer durante la Navidad en hogares, iglesias y muchos centros públicos. La construcción y exhibición de "belenes" forma parte de la liturgia navideña en muchas partes del mundo, especialmente en la tradición católica. Y es una tradición que nos encanta y forma parte de nuestros primeros recuerdos.
No somos “belenistas” porque somos un poco “záforas”, pero esto hace que nos sintamos orgullosos de nuestro belén porque ponemos todo el empeño que durante el resto del año me falta en aquello que suponga manualidades.
Los primeros recuerdos se remontan a aquellas mañanas del día de la Inmaculada al salir de misa de Altabás, cruzar la calle Sobrarbe y entrar enfrente en la oscura tienda de Santos, con olor a humedad y madera vieja, donde mi padre, si el resto de domingos compraba el Heraldo, un torquelado o algún sobre de esos en los que salían soldados o vaqueros de plástico, este día compraba alguna pieza para el belén o el material necesario para montarlo al volver a casa. Este día es el que me marca la pauta para colocar el nuestro, aunque según como caigan los puentes, aprovechando el festivo de la Constitución, el día se puede adelantar.
El primer paso, una vez despejada la pared del cuarto de los libros donde vamos a montar el belén, consiste en poner el papel de fondo.
Después ya podemos bajar al trastero para subir todo lo necesario. Lo primero de todo las mesas y los tableros donde vamos a apoyar el nacimiento. Los tableros los encargue a medida en 2005, con la forma que se adapta a la pared y los agujeros correspondientes para meter los enchufes y cables necesarios.
De momento no pegaremos los tableros a la pared, necesitamos espacio para trabajar por los cuatro costados. Ahora hay que montar la estructura. Esto es lo que más me cuesta, como organizar los espacios y dotarles a los mismos de luz, y en algunos de movimiento y de agua.
Hay 18 enchufes de luz, pues cada casa tiene su bombilla personalizada, más tres bombas de agua y un molino en movimiento. Organizar las calles del pueblo de Belén cuesta, pero más cuesta darle forma al rio. Aún no he encontrado el recipiente lo suficientemente grande ni el canal más apropiado para que tenga mayor realza y un montaje menos arriesgado, pero el resultado no queda del todo mal.
Llega el momento más complicado. Desplazar los tableros hasta la pared. Como la montaña del rio no esté bien encajada, esta se puede venir abajo. No sería la primera vez. Debajo de las mesas guardamos las cajas donde a partir del 7 de enero volveremos a recoger todo,
pero ahora toca taparlo con las faldas hechas con unas telas que José nos trajo del Camerún.
Es el momento de ponerle suelo al belén. Paja oscura en el pueblo, otra paja más clara en torno al portal, serrín en la zona de los corrales, serrín oscuro en las afueras del pueblo, perejil donde los pastores, arena en el desierto..... más diversas plantas, piedras, algo de papel con escayola para dar formas.......
Ya solo faltan las figuras. Sacarlas de su caja e ir desenvolviendo los paquetes mientras vas escuchando..... un pastor...... Baltasar....... la Virgen......... hasta 39 personajes y más de 30 animales.
Ya está montado el belén. No es el más bonito del mundo pero es el nuestro, lleno de evocaciones y recuerdos, algunos con 45 años. Y no os podeis ni imaginar (bueno, los más cercanos si) el merito que tiene que yo sea capaz de dar forma a esto.
Si saco tiempo iré contando historias de cada uno de los espacios creados.
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