














































En una ladera que mira al valle,
Oliván, perteneciente al municipio de Biescas, en la comarca del Alto Gállego, a
más de 1.100 metros de altitud, cuenta con muy pocos habitantes, pero su
historia, su arquitectura y su entorno natural lo convierten en un lugar a
visitar.
Las casas de piedra, muchas de
ellas restauradas con respeto a la tradición, se distribuyen en torno a
callejuelas estrechas que albergan la iglesia románica de San Martín, un
ejemplo excepcional de arquitectura religiosa del siglo XI y uno de los mejores
testimonios del románico lombardo en Aragón.
San Martín de Oliván presenta una
estructura típica del primer románico: una nave única rematada por un ábside
semicircular, coronado por una elegante decoración de arcos ciegos y lesenas
verticales, muy características del estilo lombardo. Esta ornamentación
exterior, sobria pero refinada, convierte al edificio en una auténtica joya
arquitectónica, pese a su pequeño tamaño. El ábside es el elemento más
llamativo y decorado del conjunto. En él se aprecia claramente la influencia
del románico lombardo, con sus arcos ciegos que se distribuyen de forma rítmica
y las bandas verticales que dividen el ábside en paños
La torre campanario se alza con
su planta cuadrada, de varios cuerpos, con vanos sencillos. Como en otras
iglesias del Serrablo, esta torre cumple también funciones defensivas y de
vigilancia.
La iglesia de Oliván forma parte
del conjunto de iglesias románicas del Serrablo, una agrupación de templos
únicos en Europa que fusionan elementos prerrománicos, mozárabes y lombardos.