Todo barrio tenía su videoclub, su
propio santuario cinematográfico. El nuestro también. El cine Norte ya había
cerrado hacía años, pero ahí teníamos este pequeño local con estanterías
repletas de cajas de VHS desgastadas, esperando ser reproducidas en las
televisiones de tubo de rayos catódicos. Los días del videoclub fueron contados
en un mundo digital en rápido movimiento. Primero llegaron los DVD,s, luego internet y el acceso a contenidos bajo demanda.... ; otro negocio efímero sin posibilidad de adaptarse
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