En la pastelería el escaparate se convierte en un portal encantado que abre las puertas a la magia navideña. Cada golosina, cada turrón, es un pedacito de alegría, cada detalle un recordatorio de que, en Adviento, la dulzura se convierte en arte y los sabores en cuentos que llenan los corazones de aquellos que se permiten saborear los dulces y el azúcar.
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