Siempre alerta a todo lo que sea indicios de Semana Santa allá donde vamos y en cualquier época del año, fue llegar a Ávila y fijar la vista en un cartel que anunciaba una procesión extraordinaria. Y uno que no ha salido de Zaragoza ni para hacer "la mili", y que tan solo cuenta como experiencias foráneas, y de esto ya hace algunos lustros, el Santo Entierro de Alcañiz y el Encuentro Glorioso de un pueblo de Soria, lo celebra como una gran ocasión para ampliar mundología cofrade en la sobriedad castellana. Pero me encontré más de lo mismo.
Es cierto que no era un procesión de Semana Santa; que era la celebración de un 75 aniversario; pero hasta en el jubileo la cifra nos evoca a las que vivimos año tras año en la ciudad del Ebro. Sin hábitos, nada nos ofrecía novedad. Los pocos atributos, como los que compramos por aquí; los estandartes invitados, similares a los del Domingo de Ramos en el viacrucis del Nazareno. El acompañamiento musical correspondía a la banda de tambores y cornetas "El Amarrado" de Ávila, con ese repertorio que ya suena del cabo de Gata al de Finisterre. Unos acólitos incensaban el camino, mientras que un niño repartía estampitas conmemorativas del evento. Y el paso, escoltado por la Policia Nacional, una advocación del "de Medinaceli" con la iconografía común que encontramos por toda España. Vamos, que si no fuera por las murallas como telón de fondo, podríamos haber estado por las calles de San Miguel y hubiéramos visto y oído lo mismo. De hecho la cofradía es la Antiquísima Real e Ilustre Esclavitud de Nuestro Padre Jesús Nazareno, que celebraba el 75 aniversario de la bendición de su imagen, y que está hermanada con la "Esclavitud" zaragozana, de cuya historia podemos estar orgullosos pues va camino de los 265 años.
También por las aceras. Una chica, cámara en ristre y apostada hacía un rato para encuadrar foto del Cautivo a su paso por la puerta del Alcázar y el monumento a Santa Teresa, suelta un improperio cuando la legión de nómadas fotógrafos en procesión frustran sus deseos y los convierten en tiempo perdido. Un señor con chándal del Real Madrid le dice a otro, también en chándal, que "Saeta" esta sobrevalorada; que a el la que le gustan las del tipo "Bulería en...". Jóvenes con medallas se explican unos a otros las diferencias del paso de hoy con las que ofrece el primer viernes de mayo y no digamos el Martes Santo. Señoras con escapulario se santiguan ante el Nazareno, mientras viandantes y y ajenos a la procesión siguen sus quehaceres sin prestar demasiada atención.
Se dice que las franquicias comerciales despojan a las ciudades de su personalidad; y en esta que presencié, como en muchas de las que acompañamos por las calles zaragozanas, hay demasiadas formas comunes (hablando de calles, hasta cerámicas a la Virgen de la Esperanza). Al menos, lo que el ojo no ve, la procesión que va por dentro, sabemos que si debe de ser lo mismo. Y eso si que es lo importante.
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