Gracias a la Asociación para el Estudio de la Semana Santa conocimos al profesor Sánchez Herrero, catedrático emérito de Historia Medieval de la Universidad de Sevilla. En 2012 se le concedió el Galardón Tercerol reconociendo sus trabajos de investigación y estudio sobre Semana Santa y la religiosidad popular, adquiriendo estos rango de carácter científico en tiempos en los que, a nivel académico, estos temas no eran merecedores de interés. Tampoco era cuestión de exigir a la Universidad lo que no tampoco se aceptaba en las jerarquías eclesiales; al menos hasta después el Concilio Vaticano II y especialmente con el Papa Francisco que en su Evangelii Gaudium reconoce a la religiosidad popular como agente de evangelización. Cada pueblo es el creador de su cultura y el protagonista de su historia. La cultura es algo dinámico, que un pueblo recrea permanentemente. En la piedad popular puede percibirse el modo en que la fe recibida se encarnó en una cultura y se sigue transmitiendo de generación en generación
Los tiempos han cambiado, incluso en Zaragoza. A cuentagotas, desconozco si más o menos que en otras partes, podemos presumir de pequeñas dosis de metódicos estudios e investigaciones que nos ayudan a conocer mejor la historia y el arte de las celebraciones de pasión en nuestra ciudad. Los trabajos de Alfonso García de Paso, Wifredo Rincón, Fernando Galtier, Carlos Pardos, Antonio Olmo o Carlos González van aportando a nuestra bibliografía un corpus de publicaciones de lo más variado y enriquecedor.
Y prolífico, puesto que un año más podemos aumentar este epistolario dedicando una de sus cartas al último libro; editado por la Asociación para el Estudio de la Semana Santa, a la que de nuevo hay que agradecer hacer posible la aparición, en su monográfico nº 6, del trabajo de Antonio Olmo Gracia titulado La Semana Santa de Zaragoza en la Edad Moderna.
El estudio aborda la historia de las cofradías zaragozanas desde la fundación de la primera hacia 1530 hasta 1808, haciendo un recorrido por la historia de las cinco que tuvo Zaragoza durante la Edad Moderna, y despejando errores comúnmente aceptados basándose en documentación inédita, porque la búsqueda de Antonio por archivos es escrupulosa, corrigiendo y permitiendo reescribir la historia.
Así queda constatado que la primera cofradía zaragozana, como acontecía en toda la geografía española, fue la de la Vera Cruz, y como tenemos documentada a la Sangre de Cristo desde 1554, fundada como cofradía de flagelantes, y que en la segunda década del siglo XVII, y no antes, se adaptó al modelo de cofradías de Santo Entierro que se difundían por toda España. Hecho muy bien justificado y con sentido debido a los fines de esta hermandad, por todos conocidos y que ha día de hoy se mantienen Junto a ellas tenemos a la Soledad y a la de los Estudiantes, a la Venerable Orden Tercera de San Francisco y a la Esclavitud de Jesús Nazareno.
Las más de 200 páginas son el fruto de muchos años de investigación por parte del autor; uno de los nuestros, el cofrade Antonio Olmo, al que ya le dedicamos hace diez años una de estas cartas para que apuntáramos su nombre como imprescindible en nuestra bibliografía cofrade zaragozana.
Ya esperamos el siguiente, de Antonio, de la Asociación y de quien tenga a bien seguir publicando en papel.
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