Decíamos en crónicas anteriores que Pérez Galdós mencionaba la necesidad de disponer de un largo hilo de Ariadna para no perderse en Venecia. Seguramente acabaría enredado en su propio hilo porque ni con un gps o Google Maps un profano de la ciudad es capaz de orientarse entre los canales que conforman la ciudad. Totalmente merecido el calificativo de “Ciudad de los Canales”, por qué no hay ninguna otra en el mundo que tenga tantos y que su vida se haya desarrollado junto a ellos con tanta armonía.
Venecia se asienta sobre un grupo de islas, en el mar Adriático. Pero como para orientarse, cuando ni siquiera las fuentes donde uno busca ilustrarse se ponen de acuerdo en el número de islas, canales y puentes que conforman la ciudad. Unos hablan de 100 pequeñas islas, otros de 118; separada por 150 canales y unidas por 354 puentes. A 200 canales se elevan otros escritos, junto a 400 o 500 puentes.
Sean unos u otros datos, da lo
mismo. Da la sensación de que termina pasando repetidas veces por el mismo
sitio cuando no es así, o que es la primera vez que pasas por una calle o un puente, cuando un detalle le recuerda que
no lo es.
Y si no tienes barca, o lancha, la góndola termina siendo algo más que un recurso turístico para acceder a ciertos sitios, a ciertas puertas.
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