Tradicionalmente, la Hermandad ha
contextualizado su origen en otro libro del que también hablaremos, el que
escribiera en 1712 el Padre Fray Juan Bautista de Murcia, donde se relataba lo
acontecido en 1522 cuando los habitantes de la calle Cedacería, acudieron a la
oración haciendo voto de dedicar al Glorioso San Joaquín una capilla en acción
de gracias si el Señor, por sus méritos, les libraba de la peste, que por sus
pecados afligía a la ciudad de Zaragoza el año 1522.
A raíz de la preparación del V
Centenario, queda claro que la fuente en la que se documentó Fray Juan Bautista
de Murcia fue este Lumen Domus del año 1639, donde se nos cuenta en una
exquisita caligrafía que “en el año 1522 castigando la majestad de Dios
los pecados de ésta ciudad con peste por
la que se enfermaron muchas personas de ella, muchos de los mercaderes,
drogueros y otros habitantes (…) los habitantes de la calle Cedacería viéndose
en tamaño peligro y por su trato impedidos de irse a otras partes (…) dieron en
un saludable consejo que fue aplacar la ira de Dios y tomo para esto la
intervención de los santos y amigos de su acertadísimo medio (…). Tomaron por su patrón y abnegado al glorioso
patriarca San Joaquín pareciéndoles con su intersección tendrían propicios a la
Virgen, su hija y a Cristo Sr. Nuestro, su nieto. (…) Para obligarle más se
presentaron e hicieron voto que siendo Dios permiso de librarles de peste le
edificarían capilla y celebrarían, de allí en adelante su fiesta en hacimiento
de gracias. (…)
Se cree con extraño milagro,
que ninguno de los que tal voto hicieron fue herido de peste; antes bien
estando entre los nuestros y castigados de éste mal, en medio de tamaño
peligro, animados con merced que Dios les hacía pudieron comunicar, cuidar y
favorecer a los enfermos sin lesión ni daño alguno. (…) En agradecimiento a
esta merced pidieron al Convento, se les concediese en su iglesia lugar para
edificar capilla al santo donde cumpliendo con su obligación y devoción
celebrando y festejando su fiesta sea el 9 de Julio.
Este Lumen Domus se ve aumentado en 1713 por el Padre José Lamana, quien nos describe la capilla, el retablo y los pormenores de las grandes fiestas que se celebraban
(…) Condescendió el Convento a
tan piadosa petición y asignoles todo el espacio que hay entre la capilla mayor
y la capilla de nuestro padre Santo Domingo y entre ambas capillas asentaron el
retablo (…). En medio está la imagen del santo con la Virgen en los brazos. Al
lado derecho el glorioso San Josef y al izquierdo Santa Ana; en lo alto un
crucifijo y abajo, en medio del altar la descensión de la Cruz y a los lados
los cuatro evangelistas. Todo esto en cultos dorados como también Io está la
armadura y columnas del retablo.
Al pie del altar hay doce
sepulturas para los cofrades.
Ei día del santo, a la tarde,
suelen colgar gansos para los descabezar corriendo a caballo. Corren toros,
estos ensogados. Asi celebran la fiesta siendo de las más regocijadas que hay
en la ciudad.
(…) Desde que se hizo la
iglesia nueva tienen retablo sencillo y magnifico en la capilla que antes era
de las once mil vírgenes.
En la exposición, este libro que
está cedido por el Archivo Diocesano, se muestra abierto por la página donde
cuenta la historia de la Hermandad. Una pena no poder contemplar sus tapa, de
exquisita factura.
Panel explicativo en las antiguas cillas y reflectorio de los restos que se conservan del Convento de Santo Domingo. |
Muchas gracias Jorge por tu trabajo, me interesa la historia de nuestra hermandad y es un disfrute llegar a ella a través de tus artículos,
ResponderEliminarenhorabuena.
Muy interesante
ResponderEliminarMuchas gracias Jorge !!