Apenas 10 kilómetros separan la plaza del Pilar del Galacho de Juslibol .
En media hora llegas andando, y una vez que te sumerges en su arboleda, parece que te hayas trasladado mucho más lejos. A un paso de la ciudad tenemos uno de esos caprichos que donde hay agua te ofrece la naturaleza.
En tiempos de gran preocupación por el medio ambiente y de su protección de la mano del hombre, el Galacho de Juslibol presenta una historia donde ambas se combinan de tal forma que, sin la intervención humana no sería posible su existencia. Sin la intervención humana, estaríamos privados de este espacio singular. Curioso cuando hay movimientos ecologístas que se niegan a cualquier tipo de intervención en el medio natural, ni siquiera para prevenir riadas.
Una riada, la de 1961, fue el inicio de la formación del galacho, al cambiar el cauce y quedar abandonado este meandro. En la década de los 70 se extrajeron gravas en esta zona, y como se llegó a la capa freática, el agua afloró y se crearon estos lagos artificiales, que la vegetación, la visita de las aves, el paso del tiempo y la intervención humana ha terminado adquiriendo este aspecto natural.
La distancia marcaba al inicio del escrito nos la da Google Maps, de donde extraemos la imagen aérea que permite comparar este vergel con los escarpes de su entorno.
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