Podría ser el pueblo más bonito de España si no fuera porque queda poco de pueblo y pasa a ser un centro comercial del souvenir y la hostelería. Aún así me encanta. Como no me va a gustar una población que se desarrolla en torno a una colegiata cuyos primeros vestigios se remontan al siglo VIII. Casonas y escudos de armas, torres y palacios, patios y jardines pero también casas humildes todas de época a su alrededor. Siempre he pensado en el crecimiento de esta villa de las tres mentiras como si fuera la de “Los Pilares de la tierra”.
Obligada visita a la leche, los bizcochos y la quesada de Casa Quevedo. El perro siempre agradece un trozo.
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