Al cruzar el umbral de la iglesia
del Portillo, nos envuelve un aroma a cera derretida y flores frescas, aún con
el recuerdo de hace una semana con Santa Águeda. A la derecha, la gruta,
discreta pero hermosa, se alza con la imagen de la Virgen de Lourdes iluminada
por decenas de velas. No estamos en Francia, pero eso no importa en este
pequeño santuario escondido en de Zaragoza.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.