Trujillo, con su majestuoso
castillo en la cima de una colina y su Plaza Mayor llena de historia, es un
destino imprescindible cuando viajas a Extremadura.
Los primeros asentamientos datan
de tiempos romanos y visigodos. La influencia de los musulmanes durante la Edad
Media dejó su huella también en la arquitectura de la ciudad, y durante la
Reconquista destacó su importancia como uno de los baluartes cristianos en la
lucha contra los musulmanes, algo que se refleja en su imponente castillo.
La ciudad es famosa por ser la
cuna de personajes clave en la conquista de América, como Francisco Pizarro,
Diego de Almagro y Francisco de Orellana.
Y una joya del Renacimiento, que
invita a pasear contemplando la belleza arquitectónica de su plaza Mayor, con
sus palacios y la icónica estatua de Francisco Pizarro, y subir hacia el
castillo, callejeando entre Iglesias, conventos y palacios, como la Iglesia de
Santa María la Mayor, con su mezcla de estilos gótico y renacentista, o el
Convento de San Francisco el Real, el Palacio de los Duques de San Carlos o el
de Juan Pizarro de Orellana.
Desde el Castillo de Trujillo, de
orígenes árabes, su vista panorámica y su atmósfera medieval es una buena
recompensa tras recorrer las empinadas callejuelas. Películas y series han
elegido a Trujillo como escenario, como Juego de Tronos convirtiéndola en Roca
Castrely.
Trujillo es más que una ciudad,
es un viaje en el tiempo a través de sus calles empedradas, sus monumentos y su
vibrante historia. Un destino fascinante, tanto por su riqueza histórica como
por su entorno natural. Sin olvidarnos de esa gastronomía procedente de la
Dehesa de Extremadura, el queso del Casar, el jamón ibérico y el cordero de la
tierra, entre otros, las deliciosas perrunillas, y bollos turcos, que son parte
de la repostería de Trujillo.
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