Entre las botella de Soberano, en letras descoloridas, el cartel nos pide por favor que nos abstengamos de cantar. Nadie canta pues en el bar de "las sardinas", pero en la pared de enfrente unas fotos nos recuerdan allí mismo a Mas Birras, invitándonos a tararear con el pensamiento el ritmo de una música que se cuela muda entre las paredes viejas, como si el alma misma del bar reclamara su propio eco
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