Volvemos a la ermita visigoda de Santa María de las Viñas. Su visita siempre va a merecer la pena y por dar importancia a esas joyas perdidas en la Celtiberia despoblada que, como decimos siempre de San Baudelio, si estuviera en la Capadocia los "yonquies de los viajes" querrían ir a hacerse un "selfie", pero al estar a 40 kilómetros de Burgos...
Rodeada de restos arqueológicos
celtas, romanos y medievales, se encuentra lo que queda de la iglesia de Santa María de las
Viñas, posiblemente una de las últimas que se construyeron antes de la invasión árabe en el siglo VII en tiempos de los visigodos.
En esta ocasión nos centraremos en lo que hemos leído sobre sus relieves decorativos, una curiosa fusión del mundo greco-romano al que se añade las influencias persas sasánidas. No me digas que no suena del todo exótico; aquí, en medio de la casi nada. Los relieves ocupan dos grandes zonas en el exterior en bandas paralelas. Y así encontramos la típica palmeta romano oriental, un pavo real siempre relacionado con la resurrección (¿No has visto Manifest?), el racimo de uvas, símbolo eucarístico. Y una pantera, un corzo, un toro, un grifo... palmeras, otros árboles y los anagramas que se relacionan con los donantes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.