En el horizonte vimos cómo se formaba una nube oscura se acercaba lentamente. El aire se cargó de electricidad y el viento susurró advertencias en nuestros oídos. A lo lejos, la tormenta se aproximaba, como un titán despertando de su letargo estival. El cielo, durante días azul y sereno, ahora se oscurecía y rugía con truenos lejanos. La tormenta de verano nos envolvió, una danza desenfrenada de elementos que nos recordaba la imprevisibilidad y la belleza de la naturaleza. Corrimos hacia el refugio, riendo y gritando, con el viento castigando nuestras caras.
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