Por algún sitio hemos leído que se le conoce a este lugar como el Valle Escondido del Pirineo. Razón no le falta. Las prisas con las que remontas el rio Aragón desde Jaca hasta Somport, pasando por Villanúa o Canfranc, hace que dejes de lado ese desvío a la izquierda que conduce a Borao y Aisa. Y sin embargo nos encontramos con unos pueblos pintorescos que forman parte de la reserva natural más importante del Pirineo Aragonés y un paisaje espectacular. con un cielo raso y azul como el de hoy, buena temperatura, y las cumbres manchada con las primeras nieves del otoño que más se puede pedir.
Llegar a Aisa cuesta. La carretera es estrecha y empinada, especialmente en el tramo entre Borao y Aisa. Sin embargo desde Aisa hasta el fondo del valle, una pista de ocho kilómetros nos recuerda a la que conduce a Viados desde Plan, con la diferencia de que esta está asfaltada, lo que permite disfrutarla y no sufrirla. Y así llegamos hasta la puerta de la Cleta, donde hay que dejar el vehículo para adentrarnos a pie a la confluencia de los barrancos de Igüer y Rigüelo. Sus cauces forman pequeñas cascadas, que jalonan el inicio de la plana de Igüer, enmarcada por el circo del mismo nombre, el Aspe, y los mallos de Lecherín.
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