A Annemiek nos la encontramos haciendo posturitas a la hora del ocaso. Cuando el sol se desvanece en el horizonte nos cuenta que para ella es un ritual renovador y purificador despedirse del sol ahora que puede. Cuando se encierre en el piso de su ciudad holandesa de nombre impronunciable, en las largas estaciones que no son verano, no tiene ocasión de trabajar aspectos de renovación de su fortaleza interior. Es lo que tiene el verano y España, nos dice con envidia, la posibilidad de empoderarte con la energía del sol. Pues nada. Si nos vemos mañana nos ponemos contigo a empoderarnos.
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