Siempre llegamos tarde a Salduero. Es lo que tienen las largas tardes de julio, que no apetece coger el coche hasta que la canícula no de un respiro. Algo que en este 2022 no parece querer dar tregua.
Pero en esta ocasión, y a pesar
de la hora, la iglesia de Salduero está abierta. Carmen está sentada en el
porche. Al principio pensamos que disfrutando de la lectura al fresco de la
sombra, pero cuando nos disponemos a entrar nos recibe como “la guardiana de
las llaves”. Nos invita a pasar y nos enciende la luz para que disfrutemos del
encanto del templo.
¿Podemos hacer fotos?. Nos
responde que no le han dicho nada al respecto. Si no le importa hacemos. Muy
bien. Tampoco llevamos un duro para echar en el cepillo. No importa. Así da
gusto.
Nos cuenta que la iglesia está
dedicada a San Juan Bautista, como apreciamos en su altar mayor, que se perdió
en su tiempo en un incendio. La bóveda que cubre el presbiterio es gótica, y el
resto del siglo XVII. Las paredes de la iglesia se cubren de esos retablos
rococós que inundan casi todas las iglesias de la zona, dedicadas a todos los
santos habidos y por haber. Bajo el coro, atributos procesionales nos indican estar
siempre dispuestos los parroquianos a celebrar una Virgen de agosto, un San Roque,
la Virgen de las Nieves o San Juan.
Agradecidos por la atención de
Carmen prometemos volver otro día con algo de calderilla en el bolsillo.
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