Nos dispusimos a vivir Roland Garros cómo si fuera el último. Nos enganchamos al torneo dispuestos a disfrutar de todas los partidos con la vista torcida puesta en esos "cuartos" que le cruzaban con Djokovic.
Los tres primeros partidos los ganó Nadal sin dificultad. El primero, ante un australiano al que tenían que haber descalificado por ir tan feo. ¿Como puedes jugar ante el rey como si fueras a la piscina?, aunque siempre recordaremos que Kuerten ganó en su día vestido de futbolista. Cuando le ganó a Corretja cuatro años después ya iba de tenista.
Los partidos comentados por Corretja son más entretenidos. De vez en cuando nombraba a Wilander, al que uno siempre lo recuerda con 17 años, hasta que te das cuenta que es el comentarista que se parece a Nuñez Feijoo, y que los años han pasado para todos.
Un joven canadiense se lo puso difícil, pero ya sabes, Nadal se crece en las adversidades y resurje como el fenix. Las sensaciones apuntaban al último baile del partido más repetido de la historia. Por eso, y por lo que pudiera pasar, el mismo Nadal anunciaba que podía ser el último, nos quedamos a ver unos'cuartos", en un miércoles, hasta la una y media de la madrugada. Y pasó lo de casi siempre en 17 años. Ganó su quinto partido en está edición, salvando el escollo más duro que se podía encontrar, e ilusionando a los descreidos con otra hazaña hercúlea.
Hazaña digna de un moderno héroe mitológico, lleno de talones de alquiles transformado en escafoide nadaliano, que cómo todo semidios también gozó de la fortuna de los dioses que apartaron a Zverev del camino hacia ese Olimpo en forma de números y marcas inigualables.
Cómo pasó en Australia, ahora en París. Sin preparación. Sin entrenos, con dolores, cojeando, cada día más viejo... sigue ganando.
La portada de Marca es de lo más significativa. Se les ha olvidado las cuatro Leyes de Educación con las que ha convivido. Esa última que no gusta a filósofos ni a profesores de cultura clásica, sin la cual no podríamos haber hablado de mito, leyenda, heroe, Olimpo, Aquiles y su talón... Siempre necesitaremos a los clásicos para entendernos a nosotros mismos. La prensa deportiva se tendrá que reinventar en sus metáforas para que sea entendible en el futuro.
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