Sus más de 10 kilómetros de
playas interrumpidas por calas vírgenes y un clima de lo más agradable durante todo el
año es un buen reclamo para el turisteo y, sin embargo, es de los pocos pueblos
de la costa del Azahar que no se encuentra totalmente urbanizado y sobre el que
no sobresale ninguna torre de pisos.
De sus cinco playas quédate con
la Romana, y junto a ellas las montañas de la Sierra de Irta ofrecen espectaculares
miradores donde recrear la vista, siendo el de la ermita de Santa Lucía el que siempre
te recomiendan.
Hay un buen paseo desde la playa
de las Fuentes hasta el faro de Irta, que allí donde se nombra, y aquí no íbamos
a ser menos, ha sido el único, junto con el faro de Nules, por lo cual ya no es
el único, diseñados por una mujer. Y de vuelta, siempre es de agradecer una “enterita”
en La Maya. Mejor fuera de temporada, que en verano hay que pedir la vez.
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