En una de esas sentencias lapidarias que se oyen en la tertulia del Sanedrín, se alegraban de que las jornadas de exaltación a los instrumentos no acontecieran el fin de semana anterior al de Ramos, y así dejarlo libre para otros menesteres. Horas antes, en una conversación de esas de barra de bar, alguien había manifestado todo lo contrario; su pesar porque la exaltación se adelantase en el calendario. Y en la misma conversación hubo incluso quien propuso llevarla una vez pasada la Semana Santa. Nunca llueve a gusto de todos. Y menos en Semana Santa, que es cuando nunca debe llover, y sobre todo en este 2022, al que climatologicamente hablando deseamos lo vivido en 2020 y 2021.
Recordando los motivos aludidos por unos y por otros, el que echaba de menos "el calendario de toda la vida", en verdad solo daba motivos nostálgicos, por lo cual se agarraba a alusiones de buenos momentos preteritos. Y el que lo contaba solo tenía buenos recuerdos de sus concursos pasados. Pero con la nostalgia ni se mueve ni se cambia el mundo
Esta semana que nos lleva al Viernes de Dolores y al Sábado de Pasión, para él se convertía en la más corta del año, tan solo de cuatro días y ya era Semana Santa aunque no lo fuera. Nos decía que el hábito utilizado el domingo se quedaba colgado fuera del armario, ambientando la casa, lo mismo que la gala puesta en el tambor, con la que disfrutaba yendo a ensayar los pocos ensayos que aún restaban. A esto unía que llegaba el programa de la cofradía a las casas, que leía con voracidad pues era la única manera de enterarse por escrito de lo que fuera a acontecer. Y es que en la prensa local, hasta el suplemento dominical del Domingo de Ramos, poco y normalmente mal explicado. Por eso se esperaba también el folleto de "turismo" y el librillo del Refugio.
Las obligaciones concursales habían pasado y ganabas tiempo; incluso podías permitirte estudiar, pero total para cuatro días tampoco ibas a ponerte a ello nos decía, por lo cual era preferible ir de exposiciones de cofradías, que normalmente solo era la de la Columna, recopilar carteles y folletos y comprar provisiones en forma de parches y baquetas.
Hoy mismo, en el Heraldo, han escrito que a la nostalgia se le viste de seda y gasa. "El de la barra del bar" lo vestía de capirote con tambor adolescente, por lo cual sus razones ahora "adultescentes" no serán suficientes para desmontar las argumentaciones de los otros. Aunque nos encante también "el calendario de toda la vida" y esta semana de cuatro días.
Es en esta semana cuando por las calles asoman las palmas en los tenderetes, y en muchos escaparates lucen carteles y motivos cofrades. En las puertas de las iglesias aparecen señales de prohibido aparcar "Semana Santa", y en San Cayetano se apilan las vallas para los espectadores. Y en las iglesias ya comienzan a desmontar altares y se dejan ver los pasos. Desde que se le vió la espalda al Rey Baltasar hay quien dice que "ya huele a Semana Santa"; ahora "ya se vive Semana Santa".
El cartel de la Junta coordinadora nos decía ¡Vivela!. De esta semana sin cartel se podría decir ¡Disfrutala!, porque pasa en seguida y no vuelve.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.