Hay mochilas y mochilas, porque hasta los ministros las llevan para trabajar. Y luego están las de toda la vida, las que vinieron a sustituir a las alforjas para hacer camino. A las maletas les pusieron ruedas, y muchas ciudades, especialmente en verano, tienen como banda sonora el ruido de su rodamiento camino del hotel, de la pensión, de la estación. Hay otra ciudades más silenciosas porque las mochilas transmiten en otra onda. Burgos es una de ellas, una de tantas que recorren el Camino de Santiago, y más en este año de jubileo Xacobeo.
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