La llegada del AVE a las ciudades nos alejaron de los andenes a los que solo ibamos a despedir o a recibir. Las nuevas estaciones se convirtieron en aeropuertos, con escáner y zonas de embarque. Junto a esto, los precios y la "alta velocidad" como única alternativa posible, hicieron perder el ambiente popular de las estaciones de tren. Las dejaron sin sentimientos. Esa alegría del pasajero que viene, compartida con la que los recibe; de tristeza del que se va, o del que despide... sentimientos entrecruzados pues no siempre una partida es triste y una llegada alegre.
Ya lo decían Fresquito y Mango en "Mandame un audio":
"Mañana sale de aquí un AVE carísimo
No me lo puedo permitir
y los buses es que tardan muchísimo
y este dilema no me deja dormir"
Al AVE le ha salido competencia. Viajes a "bajo coste". Ya era hora. Y a RENFE también. La competencia siempre es buena para todo. Y a mayor movimiento de pasajeros y para reducir costes, la compañía francesa controla los billetes a la vieja usanza, con revisor dentro del tren. Y los que despedimos y recibimos reconquistamos los andenes.
Ojalá disfrutemos de muchos andenes este verano. Aunque no recibamos a Sugar Kane con su oukelele o despidamos a Ilsa Lund vestida de azul mientras los alemanes lo hacen de gris.
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