Entre todas las exposiciones a las que hemos podido asistir en nuestro discurrir cofrade, uno mantiene en el recuerdo la de 1996, aquella con la que la cofradía del Prendimiento celebrara su 50 aniversario en el palacio de Montemuzo.
¿Qué tenía de especial? Entrar en el palacio y encontrarte en mitad del patio renacentista las figuras del paso de "El beso de Judas", componiendo la escena al nivel del suelo. Acercarte a los personajes, admirar sus detalles, el estofado de los ropajes, la disonancia en los uniformes de los soldados, ese lagarto que corona uno de los cascos. Y sobre todo descubrir tumbado a Malco, aquel al que Pedro cortó la oreja, la cual se nos aparecía colgando ante nuestra atenta mirada. Entre la altura de uno y el exagerado exorno floral que lucían nuestros pasos en décadas pasadas el siervo de Caifás pasaba desapercibido en la calle.
Esa iniciativa del Prendimiento la hemos visto posteriormente con otras exposiciones, con otros pasos, con otros momentos. Este mismo fin de semana los protagonistas del Prendimiento nos esperaban en San Pablo, en las celebraciones del 75 aniversario. Pero lo que nos hemos encontrado en el Alma Mater Museum también permanecerá en el tiempo de los recuerdos.
Los cuatro momentos más importantes de la Pasión recreados por imágenes de muchos de nuestros pasos. Más de los que pensábamos al acudir. La Última Cena, Cristo en la Oración en Getsemaní, la Crucifixión y el Santo Sepulcro, en una escenografía que, como no podía ser de otra manera cuando por medio anda la AC Terceroles, despierta nuestros sentidos.
De la exposición de los del "Tercerol" en la calle hemos pasado a la colaboración de "los de Terceroles" en el museo. De carteles de museo en la calle, a imágenes de procesiones por la calle en el museo. A una apertura de los sentidos, a un "Dominun" en la intimidad, amoldándose a las circunstancias. Otra oportunidad salida de la crisis.
Un recorrido en intimidad que se inicia con un vídeo, marca de la "casa Dominum" y que te alecciona con las reflexiones de San Ignacio de Loyola, que da aún más sentido a la visita. Una exposición sencilla (imagino que el montaje, con papeleos, negociaciones y traslados no habrá sido tanto), pero que cautiva, te envuelve en una atmósfera sacra y consigue originar en ti el creerte el título de "como si presente me hallase".
Lo explica muy bien el vídeo, y para reforzar el mensaje he acudido a la web del museo: "El objetivo es convertir al espectador en un personaje más" y siguiendo las enseñanzas de San Ignacio ser parte de "la composición de lugar" utilizando la imaginación como ayuda a la meditación y la contemplación con los cinco sentidos de los misterios de la vida de Cristo. Sin saberlo es lo que nos proponían durante tantos años en el "Dominum Nostrum". Como cuando acudíamos de espectadores a tal evento, es mejor que no te cuenten nada si vas a acudir. Descubrir la composición de las escenas forma parte del secreto que favorece envolverte en esa atmósfera cautivadora que te engancha y necesitaría más de 30 minutos para contemplarla. O no, y ahí está el secreto de como te vas. Con ganas de volver.
Como no es ninguna incógnita desvelar que está el paso de la Institución de la Sagrada Eucaristía al completo, por su presencia ya por si solo merece la pena acudir al Alma Mater Museum. Disfrutar del misterio de la Última Cena "como si presente me hallase" es emocionante, más con la ambientación creada en una sala del Palacio Arzobispal. Unos instantes para admirar la grandiosidad de este paso difíciles de repetir. Pero con el resto de los misterios ocurrirá lo mismo.
Junto a la AC Terceroles y al Museo hay que nombrar la colaboración de la Junta Coordinadora de Zaragoza Turismo y de muchas de las cofradías para lograr una exposición que recordaremos.
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