Ensayando en 1995 |
Hoy es uno de esos días que un
reportero puede preguntarte por la calle; "¿se acuerda donde estaba en
estos momentos hace 40 años?". ¿23 de febrero, lunes?, perfectamente, sin
lugar a dudas; estaba ensayando. Y si no fuera 23, sino cualquier otro día de
febrero o de marzo, también le diría, "pues seguramente ensayando".
Porque hubo una época, como en la de muchos de vosotros, en el pasado o en el
presente que, pasara lo que pasara, hubiera lo que hubiera, hiciera lo que
hiciera, uno iba a ensayar. Podía llover, haber partido de Copa en la Romareda,
tener un examen al día siguiente. O un "golpe de estado"..... había
ensayo. Menuda bronca aquella noche del 23 de febrero de 1981 cuando llegamos a
casa. A ti joven que a lo mejor me lees decirte, y aunque no te lo creas, que
los móviles tal y como los conoces no existían.
Era mi segundo año en la sección, "en la banda" que decía Morata. No había ensayos mínimos que cumplir. No existían los tarjetas para sellar asistencia o agujerear como en los abonos del Real Zaragoza (Morata en esto era profesional pue se dedicaba a eso las tardes de partido). Ni nos podríamos imaginar que en el futuro existiría una tarjeta con código de barras que escaneada cuando hacemos acto de presencia va directamente a una base de datos. Había gente que se presentaba directamente el día de la procesión sin pasar por ningún ensayo. Ellos se lo perdían. Ir a ensayar es algo más que ir a aprender las marchas, cambiar un parche, tensar las palomillas, mejorar tocando el tambor y aprender a desfilar. Ir a ensayar era hacer cofradía, es hacer hermandad. Y a muchos esto nos ha servido hasta hoy. Éramos además tan pocos que nos conocíamos todos. Cuando entré en 1980 apenas unos 50, casi todo hombres y pocos críos.
Por eso me da pena lo que se están perdiendo este año, junto a lo que ya arrastramos del pasado, muchos de nuestros chavales (y no tan chavales). Como pasará a todo tipo de agrupaciones o asociaciones culturales, deportivas, de tiempo libre...… A todos no nos sirve lo mismo, ni las cosas nos funcionan igual. Pero que importante fueron para mi los ensayos para entablar relación con la cofradía y aprender a quererla como la querían los que ya estaban antes que yo.
Uno que no se separaba de las faldas de su madre, ir a ensayar por las noches, atravesando todo el Picarral allá por los 80, ya era todo una aventura. Mis tíos ya habían dejado la sección pero íbamos con un primo mayor, "el Chuchi", aunque en la cofradía le llamaban "el pelos". Siempre había "un pelos" por aquellos años en todas las cofradías. Ser "descapotable" se quedaba para los saeteros.
Tocar el tambor estaba bien, pero en los descansos, romper los cristales de la vieja fábrica donde se ensayaba eso ya era lo más; a pesar de que terminara siempre en bronca de unos señores, especialmente Ricardo, que nos parecían muy mayores con sus bigotes, pero que hoy, echando cuentas, no tienen muchos más años que los que tenemos nosotros. Y estos "señores" al poco tiempo fueron los que comenzaron a "cortar el bacalao" casi hasta hoy en día (solo hay que ver la lista anexa del programa de 1980). Y eso, nos dejó muy bien situados y relacionados para seguir amando a la cofradía, seguir creciendo en ella y con ella. En el programa de 1982 se presenta la nueva Junta de Gobierno diciendo "no se puede permanecer inmóvil, hay que renovarse (...) adaptarse a estos tiempos quizás más cambiantes que nunca, pero respetando y manteniendo la tradición que la cofradía tiene y que le han hecho perdurar a lo largo de los tiempos". Miro la foto del concurso de 1984, o la lista del programa que citada antes, y está llena de Hermanos Decanos, Mayordomos, Vocales, Delegados..... hasta del actual Presidente de la cinco veces centenaria Hermandad de San Joaquín. También está "el Chuchi". De ellos aprendí y por ellos amo la cofradía y la Semana Santa de Zaragoza como la quiero. Como la quieres tú porque te pasaría algo similar en tu cofradía, sea de la época que seas. Como os habrá pasado a muchos, dándole al tambor, en unos años tan complicados como pueden ser los 13, los 14, los 16 años, en los que muchas veces no sabes por donde te da el aire. Cualquier edad es buena para entrar a tocar y aprender a querer una cofradía. Pero como el primer amor.....Hablando de amor; cuantos noviazgos y familias se han formado en nuestras secciones de tambores. Por lo que, cuantos de estos deben lo mejor de su vida a los ensayos.
El caso es que en esos primeros años nos convertimos en frikis de la Semana Santa. Pasamos de ser "los nuevos" a "los botejara" al año siguiente (quien no tiene su mote, para lo bueno y para lo malo, ya sabes aquello de "que hablen de ti aunque...."), y los "chavales", con marcha propia en seguida. Luego ya pasamos a ser "los jefes", "los que mandan mas que los jefes", "los que fueron jefes" para que con el paso de los años ser "tu nombre", "el padre de... " o ya para muchos "¿ese quien es?"... Ley de vida.
Éramos tan frikis que, cuando ensayábamos en el parque de la Granja y guardábamos el instrumental en el bar HoMar, como este cerraba por descanso semanal los lunes, nos dedicábamos a ir al parque Macanaz a aprender. Te puedes imaginar de quien. Siempre hay que aprender de los mejores. Ver como se separaban en secciones, el uso del megáfono y cosas así...., que nosotros no necesitábamos en esos momentos pero que no tardarían en llegar. Unos años antes Abadía nos dijo que le había dicho a Acón en una de esas reuniones de delegados que hacían preparando los concursos, que tenía una generación con la que en unos años la íbamos a petar. Pues eso, había que aprender, no le íbamos a dejar en mal lugar.
Éramos tan frikis que a los ensayos de la sección uníamos los del concurso e incluso los del piquete del pregón. Hay quien es capaz de ser de varias cofradías, ensayar con ellas e incluso hacerse costalero, pero a tanto no hemos llegado. Y en cambio uno era capaz de dejar de ir durante un trimestre a la clase de Gonzalo Borrás, el más prestigioso profesor que tuvo en la Universidad (a quien se le ocurre poner clase en cuaresma de 20 a 21 horas).
La generación esa que la iba a petar permaneció poco tiempo unida. El suficiente para sentar unas bases. Llegaron otros (estos si que duraron, y nos mejoraron) y otros, y otros, de los que hemos seguido aprendiendo y mejorando. Porque esto es lo que consiguen los ensayos; crear una cadena que permanezca en el tiempo. Innovar, mejorar, cambiar, pero transmitiendo generación tras generación la esencia de una institución que debe transcender a nosotros, que transcienda a las persona. Y aprender de todos, de los que estaban y de los que puedan llegar después. En pocos sitios encontrarás también que puedes tener jefes que no habían nacido cuando tu ya lo habías sido. Y es que hubo un tiempo que me sabía la lista de los jefes que hemos tenido como la de los "Reyes Godos" (esto es una frase hecha porque nunca tuve que aprendérmela). Lo tenía fácil porque cuando entré solo había habido uno. Ahora sería incapaz de decirla. Y de todos se aprende; no solo de los que te precedieron.
¿Son los instrumentos lo más importantes de una cofradía?. Para nada; pero sus ensayos son como lo que te cuentan los que han hecho la mili. No distingue edades ni clases sociales. Instrumento de unidad y cohesión entre personas de distintas generaciones, pudiendo unir a padres e hijos, incluso a abuelos y nietos como no conozco actividad igual. Y entre todo tipo de clases sociales e ideología. Pasan los años, mira los que han pasado para mi desde aquel 23-F. Y donde los que antes tenían manos de niño, hoy tienen manos de hombre, y los que tenían estas las tienen ya de anciano. Y las hay de estudiantes y profesores, de obreros y parados, de médicos, de abogados, de comerciantes e industriales, ….. de derechas y de izquierdas, con la izquierda y con la derecha....... Manos de todos a una, en íntima comunión de igualdad, entre el crepitar enfebrecido que despierta sentimientos colectivos. Es como la canción de Julio Iglesias, "Al final las obras quedan las gentes se van, otros que viene las continuarán, la vida sigue igual". Si no te va la canción ganadora del Festival de Benidorm de 1968, siempre puedes oír la versión de "La Loca María".
Los responsables actuales de la sección mantienen viva la llama enviándonos los "emailensayos", una narración por escrito de lo que hubiéramos hecho o seguramente hubiera pasado cada domingo. Si puedes busca por las redes el "Diario de ensayos" que difunde el Descendimiento. Nuestros deseos, inquietudes, ganas y dificultades, alegrías o disgustos son momentos compartidos entre todas las cofradía de manera similar o parecida. El conocido libro sevillano "Tontos de capirote" podría tener, si nos pusiéramos, uno análogo titulado "La peña del parche", "Con la maza dando" o algo parecido.
Sales a la calle, los días se alargan y el buen tiempo te hace pensar, "hace tarde de ensayo". Pensamiento curioso porque anda que no hemos pasado frio ensayando. Pero la memoria es selectiva y tiendes a quedarte solo con lo bueno. Ojala volvamos a vernos todos juntos en 2022 y sigamos teniendo hambre de tambor, que sigamos teniendo capacidad de enganche, aprendiendo de nuestros mayores y de nuestros jóvenes y sumando personal a la causa. Que no perdamos ninguna generación.
Como decía Herrera el Miércoles de Ceniza: "preparación de esa semana prodigiosa en la que lo antropológico, religioso, artístico, familiar, histórico y memorístico tiene tanta importancia". Los ensayos tienen todo, y esta carta, aunque no ha sido rapeando, por lo cual tiene poco valor artístico, ha intentado también aunar esto. Recordad, los ensayos lo ponen fácil.
Cuanto se aprende con estas carticas cofrades,en cuantas cosas coincido en opinión y cuantas tardes y mañanas digo 'hace día de ensayo bueno'. Que pena dos años sin nuestra pasión...
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