viernes, 25 de septiembre de 2020

Farmacias















Hubo un tiempo en que jugábamos a ser farmacéuticos.  La verdad es que por jugar lo hicimos hasta de monaguillos. Lo de la farmacia venía de cuando mi madre salía a comprar. Si hubiera sido por la tarde nos hubiera metido en el cine, pero por la mañana, por no llevarnos en reata al Palomero, a Mombiela o a la Esperancita nos dejaba "asaltar" la farmacia de Bernardo, en la esquina de la calle Jesús con la desaparecida Juliana Larena. Al joven farmaceutico, o no le importaba y tenía más paciencia que el santo Job, o quería ganarse al vecindario recién llegado. Y como además de farmacéutico pintaba y tocaba el piano, de esos ratos en la botica del barrio, salíamos con dibujos que luego pegábamos con celo en las paredes de nuestro dormitorio. Una caricatura de John Wayne quedo ahí colgada hasta que la piqueta puso fin al inmueble. La carnicería de Palomero, el colmado de los Mombiela o la mercería de Esperancita desaparecieron lustros antes. El local de la farmacia ahí continúa, aunque su calle ya no exista y Bernardo trasladara el dispensario a la avenida Cataluna, esquina con la calle del Norte.

Cuando esta mañana he visitado como todas las semanas la farmacia del Hospital Nuestra Señora de Gracia no sabía que el 25 de septiembre es el día internacional del farmacéutico. No he debido estar atento a los boletines de primera hora de la mañana, entre noticias que dan ganas de apagar la radio o, ante el nivel de los ministros antomonárquicos, de hacerse fan de Felipe VI, algo que nunca me había preocupado serlo o no serlo. La fachada del edificio Etopia me lo ha anunciado, dando pie a esta entrada.

Un buen año este para sentirse orgulloso de ser farmacéutico. Ahí han estado, como tantas otras profesiones esenciales para sacar esto adelante. Y una suerte poder contar en la ciudad con la farmacia del Hospital Provincial, que conserva el mismo aspecto que cuando se reestructuró en 1881, además de acoger las estanterías y mostrador de la antigua farmacia Rios que entre 1895 y 1985 estuviera en la plaza de España. Farmacia en la que alguna vez también nos tocó entrar si había necesidad cuando íbamos a buscar a nuestro padre al la salida de la oficina. Aunque había otras a las que elegir; la antigua Castejón, la de Feliu, Rived..... antes las farmacias, tenían una personalidad especial; las de ahora son asépticas y venden demasiadas cosas. 



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