Conocimos a Erik en la terraza de la Magdalena que da al Sardinero. Realizando un curso de verano, dedicaba los fines de semana a recorrer los alrededores en bicicleta, y ha quedado tan encantado de esta parte de España, la cual no imaginaba así, que va a alargar las vacaciones para recorrer lo que pueda de la cornisa cantábrica. Eso si, siempre mirando al mar, como lo encontramos, admirando el envite de las olas en un día de marejada.
Nos decía que desconocía que existiera esta España verde, aunque se informó un poco antes de venir desde su Flandes natal. Y es que, si no vienes por aquí, es difícil romper el estereotipo que tienen los europeos de la España de sol y playas mediterráneas. Aprovecho para decirle que septiembre además es un mes propicio para conocer el norte y que en el Mediterraneo se corre el riesgo, como pasa hoy, de encontrarte con esas "gotas frías" que ahora llaman DANA.
Como buen belga, además de ir en bicicleta, es un amante del ciclismo de competición. Le digo que por estas tierras, por Asturias, por el Pais Vasco, también lo son. Dice que no le extraña, que las posibilidades que ofrecen estas carretera, llenas de "muros", de cuestas y puertos de todo tipo, dan para montar "clásicas" por doquier. Y que sabe de la afición vasca porque estuvo el pasado día 5 en Bilbao, en el Muro de Arraiz, con un ambiente que le recordaba al Muro de Huy, viendo ganar a su paisano Gilbert en la etapa de la Vuelta a España. Gilbert no es Merckx, nadie es Merckx, pero es un ídolo en Bélgica. Como lo sería, y de masas, Alejandro Valverde de ser belga.
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