Los parque de Londres sorprenden. Grandes extensiones de cesped y enormes árboles, favorecidos por el clima, es cierto, pero respetados, cuidados y salvados de la especulación y la construcción que tanto hemos sufrido en España. Es más, este parque fue expropiado a la Abadía de Westminster por Enrique VIII para abrirse como parque público en el XVII. Da cosa llamar ahora Parque Grande al "pulmón de Zaragoza". O incluso llamar parque al de "Pignatelli".
Alrrededor de un lago aparecen los patos y las ardillas por doquier, mientras los cisnes nadan orgullosos. Los paseantes se relajan en cómodas tumbones de alquiler, o pasean en barca y bicicletas.
Un curioso memorial recuerda a Diana de Gales, mientras que una estatua, en los cercanos Jardines de Kensington, nos recuerda que allí Peter Pan conoció a Campanilla en el relato de Barrie. Fue el propio Barrie quien erigió el monumento sin permiso alguno; al más puro estilo Peter Pan.
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