Gonzalo tenía ganas de volver a trepar por la torre de la Muedra y darse un chapuzón desde la altura de las ventanas del campanario. Ya le habíamos avisado de que este año el pantano se presentaba en sus niveles máximos, pero ejerciendo de Santo Tomás quería ser el quien lo viera y tocara el costado de la torre. No ha podido ni acercarse, y los de la motora no le han invitado a hacerlo. Mejor así. Agua para el erial y menos riesgo para la familia.
Verano de 2017 |
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