La barbacoa era un símbolo de nuestros veraneos. No había tarde o noche que no organizáramos una. El fatídico incendio de 2005 en Guadalajara, causado por una barbacoa y que ocasionó la muerte de once operarios, marcó un antes y un después en los protocolos anti-incendios y también en nuestras costumbres. Por cierto, cuando escucho la palabra "protocolo" me pongo a temblar. Me pasa como cuando en una lata de conservas leo "abre fácil".
Este año nos hemos atrevido a hacer alguna porque el ayuntamiento lo permitía y ofrece zonas acondicionadas para ello. Y ahí estamos, recuperando viejos hábitos, con Pepe, Carlos y Paula al fogón. Hábitos que importamos los españoles del Nuevo Continente, donde los indios la usaban para cocinar incluso para asar a sus enemigos. Ya explicaba el Inca Garcilaso de la Vega como el cacique mandó como preparar la barbacoa para asar vivo a un tal Juan Ortiz. Aunque esto ya lo hacían los romanos; sino que se lo pregunten a San Lorenzo. Será por eso que a mi siempre me ha gustado más la palabra parrillada o brasas que barbacoa, que me suena más americano.
Georgie Dann (que serían los veraneos sin Georgie Dann) nos canta los ingredientes de una perfecta barbacoa:
".....con todos mis amigos
Nos vamos para el campo a comer la barbacoa
Y nos reunimos con un monton de gente
Hacemos nuestro ambiente, y una linda barbacoa
Nos llevamos muchas cosas--Las bebidas las gaseosas
Las salchichas las costillas buena carne la parrilla
El carbon y el chuleton".
Aunque el verdadero amigo de la barbacoa, si lo piensas, es el carnicero. El siempre te dirá que no hay prohibición para hacerlas. Piensa... ¿cuanto de "morloncho", costillas y salchichas te pones en un plato cuando comes en casa y como te pones en una barbacoa? Lo multiplicas todo por X.
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