Lanuza, ese pueblo que ha sabido salir a flote, aunque maldita la gracia que le dará a más de uno la frase hecha. Muchas de sus casas, incluida la iglesia, se salvaron de la inundación provocada por el embalse que lleva su nombre, y antiguos vecinos tras años de trabajo, reivindicaciones y dinero, han logrado
resucitarlo.
Tan cerca de Formigal, sus expectativas de futuro hubieran sido prometedoras, pero a la vez que se iba forjando la estación de esquí en los 60 la regulación del Gállego iba a anegar casas y tierras, obligando a sus vecinos a abandonar su pueblo a mediados de los 70. Como ocurrió con tantos otros, tanto en el Valle de Tena como en toda España. Es lo que tiene abrir el grifo en tu casa y que salga agua.
Pero el agua solo inundó las casas más bajas del pueblo y los vecinos que pudieron, poco a poco, fueron recuperando, casi reconquistando, sus calles, sus casas a partir de los 90. Empezando de cero, porque el pueblo había sido expoliado, y convertidose en todo un referente para otras localidades similares gracias al empeño de la Asociación de Vecinos de Lanuza. Desde 1992 el Festival Internacional de las Culturas "Pirineos Sur" además lo sitúa entre los eventos musicales y culturales de Aragón
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