Hay procesiones que te las encuentras, otras sin embargo son de las que se esperan en las aceras, de las que guardas el sitio como si fuera la cabalgata de Reyes, como si defendieras en zona, y no te mueves de primera fila porque son muchos los zaragozanos que tienen la costumbre de ir a verlas aunque no pertenezcan al mundo de las cofradías. La procesión del Domingo de Ramos es una de ellas. Y si la mañana sale como la de hoy, con una luz de primavera y un cielo raso con el color corporativo de la cofradía, la Entrada no defrauda a nadie y lo espectadores con palmas y ramos abren pasillo triunfal a Jesús en Jerusalén.
La procesión no huele a incienso ni a flores, huele a palma por las aceras. La luz la pone el sol y el sonido carracas y tambores.Tambores que nos suenan distintos porque son los que abren y convocan Zaragoza a la Jerusalén que la pensamos convertir. La Entrada de la Entrada, la Calandina, el alfa y el omega de esta procesión nos recuerda, si no nos hemos dado cuenta todavía, que esto ya ha comenzado. Que Cristo entra en Jerusalén. Y ya que hablamos de tambores; que difícil es lo que hacen entrando por a la calle San Bruno divididos en dos, por la calle Sepulcro y por la de Palafox siendo capaces de mantener el mismo ritmo estando en calles distintas. También muy bonita esa lenta marcha con los compases de las carracas mientras el paso accedía a la plaza de San Bruno en espera de la predicación.
La procesión , que se inició despacio, constándole 50 minutos abandonar la plaza del San Cayetano, recuperó el ritmo vivaz que se le presume. Que fácil es seguir esta procesión. No hay ninguna otra que le compita el espacio ni el tiempo y esto nos convoca a todos a poderla ver donde nos apetezca; aunque resultaba difícil encontrar el sitio donde poderla apreciar, donde poder rezar junto a ella, pues todo el camino se convirtió en un pasillo de gentío. Y aún así hay cofradías con actos, como la Llegada o la Piedad.
Terminó a la hora esperada, al son de la marcha esperada, esa "Calandina" en la que en pleno frenesí alguien se atrevió a lanzar un ¡¡¡vamos!!! al cambio de "estribillo", como en aquellos tiempos que tuvieron cortar porque un éxtasis desmedido se iniciaba a mediados de Manifestación.
La tarde es distinta. Siete procesiones, cada una saliendo de un sitio y no terminando ninguna compartiendo lugar. Hay que organizarse si quieres llegar a todo o casi todo, porque San Gregorio pilla un poco a desmano para acompañar a la Coronación en viacrucis.
No sirve lo de la mañana de quedarte a esperar a una cofradía. Puedes hacerlo en el caso de la Humildad, pero sabiendo que eso te hipoteca media tarde, aunque seguro que la inversión merece la pena. Si no, puedes optar por alternativas más tranquilas y que te permiten ver a todas en los lugares que consideres. Pero la tarde noche fue demasiado buena climatologicamente, y debía haber ganas de procesión pues en todas se formó pasillo humano para esperarlas y acompañarlas. Una buena opción la encontramos viendo salir a la Humillación de San Felipe y rezar con ella las primeras estaciones en una calle Alfonso abarrotada como siempre de público. De ahí pasar a San Pablo para ver salir, de manera espectacular al Cristo del Silencio, junto a la Esclavas, salvando la rampa de acceso del templo a la calle al son del himno nacional ejecutado perfectamente por las heráldicas del Silencio. Respeto y silencio solo roto por los aplausos de los allí congregados y las campanas de las "esclavas". Respeto y silencio de fieles y cofrade rezando estaciones y al son de la bandurria que punteba las jotas de oración.
De San Pablo puedes pasar a Santiago. Aún no ha llegado la Columna en el traslado del Cristo fundacional de la antiquísima cofradía. Puedes acercarte hasta la Puerta del Carmen donde el monumento acoge a la procesión en un cruce de avenidas poco favorecedor. Toque de cornetas y tambores de ciuncuentenario de un ortodoxo y serio piquete. Farolillos iluminando el camino y una sencilla parihuela con horquillas y bastones como con los que pegaron a Don Quijote en el capítulo LII en la aventura con los disciplinantes. Relevos de sobra para llevar al "cristin" a la casa donde más lo quieren y despedirlo hasta el Jueves Santo la son de una lenta de mazas.
De aquí a la plaza de España. Ya son las 9 de la noche y se produce un "momento Jueves Santo" con el Prendimiento accediendo por la acera de Independencia, entre veladores y terrazas, desde Santa Engracia donde han rendido honores al Calvario. Mientras rezan el VI dolor en la plaza y terminan cantando al son de la "albada" de Labordeta, los Nazarenos arrastran un gentíó en viacrucis por el Coso y la Humillación se aleja camino del Tubo por donde también se irá el Prendimiento con su comitiva interminable de cofrades, secciones, atributos, y estandartes. La calle Mendez Nuñez se cubre de capirotes azul oscuro.
Puede ser un buen momento para ir a ver la Humildad. Dicen que aún no ha salido de la Seo. ¿No podrían haber esperado una semana a poner los andamios en su fachada?. ¿Tanto urgía comenzar una restauración? ¿o es que la están envolviendo por si se la queda el alcalde". Veinticinco años de Humildad. La cofradía que más ha cambiado en este tiempo, configurándose como lo que es ahora y que tanto atrae a propios y extraños. Se hicieron su hueco en la tarde de Ramos y resulta difícil discutírselo, después de tantear en sus primeros años la mañana del Jueves Santo o accediendo a la basílica del Pilar. Cuanto ha cambiado aquella sencilla hebrea sobre ruedas de la Reina que portan ahora sobre trono. Aunque el sentimiento sea el mismo. O no.
Traslados y viacrucis, estaciones de penitencia y rezo de los Siete Dolores. Entrada triunfal en Jerusalén. Pasos a costal y peanas, pasos de ruedas de misterio y con palio. Petaladas, piropos y silencios. Bandas de tambores y piquetes, jotas, albadas y saetas. Música de banda (excepcional la de ejea de los Caballeros) y de cornetas y tambores (lo mismo para la de Valladolid). Esto es Semana Santa un Domingo de Ramos en Zaragoza.
Y como dice el verso para el redoble.... que si es sincero, no es redoble, es oración.
La procesión , que se inició despacio, constándole 50 minutos abandonar la plaza del San Cayetano, recuperó el ritmo vivaz que se le presume. Que fácil es seguir esta procesión. No hay ninguna otra que le compita el espacio ni el tiempo y esto nos convoca a todos a poderla ver donde nos apetezca; aunque resultaba difícil encontrar el sitio donde poderla apreciar, donde poder rezar junto a ella, pues todo el camino se convirtió en un pasillo de gentío. Y aún así hay cofradías con actos, como la Llegada o la Piedad.
Terminó a la hora esperada, al son de la marcha esperada, esa "Calandina" en la que en pleno frenesí alguien se atrevió a lanzar un ¡¡¡vamos!!! al cambio de "estribillo", como en aquellos tiempos que tuvieron cortar porque un éxtasis desmedido se iniciaba a mediados de Manifestación.
La tarde es distinta. Siete procesiones, cada una saliendo de un sitio y no terminando ninguna compartiendo lugar. Hay que organizarse si quieres llegar a todo o casi todo, porque San Gregorio pilla un poco a desmano para acompañar a la Coronación en viacrucis.
No sirve lo de la mañana de quedarte a esperar a una cofradía. Puedes hacerlo en el caso de la Humildad, pero sabiendo que eso te hipoteca media tarde, aunque seguro que la inversión merece la pena. Si no, puedes optar por alternativas más tranquilas y que te permiten ver a todas en los lugares que consideres. Pero la tarde noche fue demasiado buena climatologicamente, y debía haber ganas de procesión pues en todas se formó pasillo humano para esperarlas y acompañarlas. Una buena opción la encontramos viendo salir a la Humillación de San Felipe y rezar con ella las primeras estaciones en una calle Alfonso abarrotada como siempre de público. De ahí pasar a San Pablo para ver salir, de manera espectacular al Cristo del Silencio, junto a la Esclavas, salvando la rampa de acceso del templo a la calle al son del himno nacional ejecutado perfectamente por las heráldicas del Silencio. Respeto y silencio solo roto por los aplausos de los allí congregados y las campanas de las "esclavas". Respeto y silencio de fieles y cofrade rezando estaciones y al son de la bandurria que punteba las jotas de oración.
De San Pablo puedes pasar a Santiago. Aún no ha llegado la Columna en el traslado del Cristo fundacional de la antiquísima cofradía. Puedes acercarte hasta la Puerta del Carmen donde el monumento acoge a la procesión en un cruce de avenidas poco favorecedor. Toque de cornetas y tambores de ciuncuentenario de un ortodoxo y serio piquete. Farolillos iluminando el camino y una sencilla parihuela con horquillas y bastones como con los que pegaron a Don Quijote en el capítulo LII en la aventura con los disciplinantes. Relevos de sobra para llevar al "cristin" a la casa donde más lo quieren y despedirlo hasta el Jueves Santo la son de una lenta de mazas.
De aquí a la plaza de España. Ya son las 9 de la noche y se produce un "momento Jueves Santo" con el Prendimiento accediendo por la acera de Independencia, entre veladores y terrazas, desde Santa Engracia donde han rendido honores al Calvario. Mientras rezan el VI dolor en la plaza y terminan cantando al son de la "albada" de Labordeta, los Nazarenos arrastran un gentíó en viacrucis por el Coso y la Humillación se aleja camino del Tubo por donde también se irá el Prendimiento con su comitiva interminable de cofrades, secciones, atributos, y estandartes. La calle Mendez Nuñez se cubre de capirotes azul oscuro.
Puede ser un buen momento para ir a ver la Humildad. Dicen que aún no ha salido de la Seo. ¿No podrían haber esperado una semana a poner los andamios en su fachada?. ¿Tanto urgía comenzar una restauración? ¿o es que la están envolviendo por si se la queda el alcalde". Veinticinco años de Humildad. La cofradía que más ha cambiado en este tiempo, configurándose como lo que es ahora y que tanto atrae a propios y extraños. Se hicieron su hueco en la tarde de Ramos y resulta difícil discutírselo, después de tantear en sus primeros años la mañana del Jueves Santo o accediendo a la basílica del Pilar. Cuanto ha cambiado aquella sencilla hebrea sobre ruedas de la Reina que portan ahora sobre trono. Aunque el sentimiento sea el mismo. O no.
Traslados y viacrucis, estaciones de penitencia y rezo de los Siete Dolores. Entrada triunfal en Jerusalén. Pasos a costal y peanas, pasos de ruedas de misterio y con palio. Petaladas, piropos y silencios. Bandas de tambores y piquetes, jotas, albadas y saetas. Música de banda (excepcional la de ejea de los Caballeros) y de cornetas y tambores (lo mismo para la de Valladolid). Esto es Semana Santa un Domingo de Ramos en Zaragoza.
Y como dice el verso para el redoble.... que si es sincero, no es redoble, es oración.
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