La Navidad suena a villancicos. A coros, a voces blancas. Viviendo en Zaragoza es lo único blanco, porque de Navidades Blancas nada. Salvo el viejo villancico versionado por Raphael.
Esas son la Navidades Blancas y no las del anuncio en plena Puerta del Sol. Aunque por todos es sabido el tipo de humor que gasta la cultura del Ayuntamiento de Madrid. Mejor Raphael que Pablo Escobar.
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