El Santo Entierro hace grande y distinta a la Semana Santa de
Zaragoza. Todo un monumento de la Semana Santa española. Y al Santo Entierro lo han
hecho más grande las cofradías conforme, con el paso de los años, han ido
aportando cofrades, colorido, sonidos y pasos. Pero esta aportación, a la vez
que lo ha engrandecido, ha provocado algunos desajustes organizativos que
repercute negativamente en el discurrir del mismo.
El más evidente es la incapacidad que tiene la iglesia de
Santa Isabel para acoger todos los pasos que participan. Y junto a esto el
diseño del recorrido, que se ha tenido que ir alargando, en algunos casos por
zonas poco atractivas, para dar cabida a toda la procesión en la calle y
solucionar lo que llegó a pasar, que la cabeza de la comitiva llegara a la plaza del
Justicia cuando aún no había terminado de salir al completo.
También pasa con el hilo argumental. La proliferación
de "virgenes", de misterios repetidos, o de crucificados, incluso de
algún paso que nada tiene que ver con el discurrir de la Pasión , hace que se pierda
el primitivo carácter que transmitía la procesión general antes de la
llegada del cortejo fúnebre.
Durante años esto se intentó evitar, incluso con
situaciones tal vez demasiado extremas como las que Federico Pradas contaba en
su libro "Luises" cuando la
Cofradía del
Descendimiento comienza a procesionar la imagen de la
Virgen de
las Lágrimas el Martes Santo de 1950. Tras introducir el paso titular en San
Cayetano no se permitió la entrada del paso de la
Virgen. La Hermandad
de la
Sangre de
Cristo adujo que sólo podía procesionar una imagen de la
Virgen en la
Procesión del
Santo Entierro y que por lo tanto no tenía cabida otra en la iglesia, además de
que sólo podían desfilar en el Santo Entierro los pasos propiedad de la
cofradía organizadora.
A esto aún podemos añadir que, al seguir creciendo las
cofradías, unas transformándose, otras de nueva creación, no lo han hecho
pensando tanto en el Santo Entierro como solo en su procesión particular. De
este modo encontramos cofradías como la Humildad que su presencia en el Santo Entierro no
tiene nada que ver con todo el esplendor que brinda el Domingo de Resurrección.
Incluso la solución ofrecida un año carrozando con ruedas el paso de misterio
provocó sufrimiento en un conjunto imaginero que no está compuesto para esto. La Eucaristía , también con
costaleros, lleva un historial a la inversa desde que hace dos años quitara las
ruedas al paso de la Cena ;
pero esto hace que ante contingencias como las de este año, aunque sean
mínimas, el paso deje de salir y nos quedemos sin Santa Cena en el Evangelio de
la Pasión que
recorre las calles. Y mientras, el antiguo paso del Cenáculo propiedad de la Sangre de Cristo (Luis y Vicente Muñoz, 1927), cedido en Épila, bien podría usarse para solventar estas visicitudes. Por el contrario, hay cofradías que participan al completo,
con todos sus pasos y peanas, sus diferentes secciones y variedad de atributos.
Pero llegó un Santo Entierro infausto como el del este
2016, y todas estas debilidades se acrecientan.
La mañana lluviosa volvió a presentarse una vez más sobre
la predicación de las Siete Palabras, que tuvo que modificar su procesión desde
el Pilar, retornando cuando la meteorología fue más benigna directamente a San
Cayetano. Todo apuntaba que por la tarde no iba a ver Santo Entierro. Y más de
uno se frotaba las manos pues existen ciertos desafectos hacia esta procesión
que yo no acabo de entender.
Pero no fue así; y se decidió retrasar una hora el inicio
de la procesión. Y a las 19 horas, aunque seguía lloviendo, el piquete de honor
de la Junta
Coordinadora , no se si con la totalidad de sus miembros,
inició la Marcha
de los Reyes de Aragón para dar comienzo a la Procesión General.
A partir de aquí, cada cofradía salió como bien tuvo a entender: unas con pasos
pero sin instrumentos, otras con instrumentos pero sin pasos, unas cubriendo
con plásticos las imágenes que sacaban, dejando otras sin salir; alguna
cofradía ni estaba ni se la esperaba; otras en cambio a las que no se esperaban
aparecieron en el discurrir del recorrido (en dos momentos). Cada una protegió
sus intereses o lo que consideraban más valioso de su patrimonio.
Llegó un momento en que, como había previsto la
organización, la tarde se arreglo, y así, a partir de Jesús Camino del
Calvario, casi todas las cofradías participaron con cierta normalidad, hasta
que llegó el momento del cortejo fúnebre y la Sangre de Cristo pudo mostrar su novedad anual,
el paso del Triunfo de la Vida
sobre la Muerte ,
la Sección de
la Cama su nuevo
guión y los del PP su banda de Concejal.
Urge un protocolo sobre el Santo Entierro. Que existe, pero
que, en tardes como la de hoy deja lagunas como que hacer con esas cofradías
que se incorporan a la Plaza
del Justicia desde sus sedes, teniendo un par de horas antes ya los pasos en la
calle, o la de todos los cofrades que, con sus hábitos esperan su incorporación
en las calles circundantes.
Y el firmante de esta carta desearía poder estar rubricando
la carta del 2017 para olvidarse de esta aciaga noche, la más triste que ha vivido como cofrade.
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