Pueblo rústico en el corazón del Parque Natural del
Saja-Besaya. Calles empedradas, casonas montañesas de época fernandina, con sus
balconadas de madera y ámplios zaguanes envueltas en un permanente verdor. Presume
de ser uno de los más bonitos de España, aunque siempre he debido ir en mal
momento porque lo he encontrado vacío (el alto número de restaurantes y bares
delatan semanas mejores), convirtiéndose eso sí en un pueblo de postal
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