La religiosidad popular tenía por costumbre sacar procesiónes rogativas ante la pertinaz sequía. Ahora basta con organizarlas en Semana Santa para que el agua llegue a nuestras ciudades y campos.
El cofrade lo pasa mal, pero ponerse en el lugar de Hermanos Mayores y Jefes de procesión no debe de ser fácil, sabiendo que cualquier decisión no será del gusto de todos. Habrán pasado toda la mañana mirando pronósticos, llamando al aeropuerto, consultando hora sí y hora también las distintas páginas web con predicciones metereológicas. ¿Que decisión tomar?, ¿salimos con plásticos? ¿no salimos?. La experiencia del año pasado no facilitan las decisión. El Miércoles Santo, que no iba a llover, cayó una representación del Diluvio Universal, y cuando todo estaba preparado para suspender el Santo Entierro y se organizaron las alternativas, este discurrió con total normalidad.
Cuando el Descendimiento ha cerrado las puertas de San Cayetano en torno a las dos de la madrugada hemos salvado un nuevo día, chispeando a ratos, poniendo y quitando, poniendo y volviendo a quitar plásticos tapando imágenes y estandartes pero las cinco cofradías de la noche han conseguido cumplir con sus procesiones, para muchos cofrades con la presencia de la familia Luesma en el recuerdo y el sentimiento y nuestras oraciones en cada una de las estaciones.
Así hemos podido ver salir a la Piedad, con un poco de retraso que no se permitiía un Jueves Santo, pero cumplimentando el traslado del recientemente restaurado Cristo del Refugio hasta San Cayetano. A tramos lo veíamos bajo plásticos y a ratos no. En la puerta de la iglesia le esperaba su Madre y allí ha entrado a pecho descubierto.
Y gracias a "bizi" hemos visto también la salida de la Eucaristía, puntual a su cita de las 21 horas. Desde fuera esta cofradía da una grata sensación de que se están haciendo muy bien las cosas. De tener una idea y llevarla paso a paso programada. Lo del martes solo es una muestra de lo que nos esperán mostrar el Jueves Santo con un gusto exquisito. Hay que tener buen gusto para en tierra de tambores y en calles tan poco acogedoras para ello acompañar las catorce estaciones con el acompañamiento de una capilla musical.
Y de estación musical a estación musical. Jesús abrazado a la Cruz y la Verónica ha descendido a ritmo de bombo las escalinatas de la parroquia del Carmen y les acompañamos un tramo en su viacrucis hasta el noviciado de Santa Ana, bien escoltados por la Policia Nacional. Volvemos a oir cantar en nuestra Semana Santa. El toque hebreo (creo que lo llaman así a este tipo de vestimenta) que porta la Verónica da un toque nuevo a este paso de misterio.
Pasamos a otro viacrucis, el que viene desde el barrio Jesús con la Crucifixión, cruzando el rio por el puente de Piedra, con una sencilla peana también escoltada por uniformes. Como siempre punto de encuentro para los que buscan estampas visuales de nuestra Semana Santa.
Y cuando acaban toca acompañar a la Oración en el Huerto. Otra cofradía que también con idea dispuesta a llevarla a cabo. Lo que ha cambiado esta procesión de unos años a esta parte, reparto de estampitas incluido. Ellos lo saben, como saben que hoy es su noche y salen del Portillo dispuestos a que así sea. No hay que correr, la gran peana del Cristo marcará el ritmo al compás de la Banda de Villanueva. El Cristo luce nueva túnica un año más, van a túnica por año, y recorre el primer tramo de Alfonso al son de "Callejuela de la O" (me lo ha chivado mi hermano pues debo reconocer que yo solo distingo "Saeta" con la que recorren manifestación) con unos pasitos estupendamente ensayados y coordinados.. Luego viene la Virgen de la Confortación que homenajea a las cofradías de los 75 años con sus ciriales, y por último el paso de misterio, que realizara Borja a principios del XX, escoltados por su sección de tambores que ejecuta perfectamente unas marchas de lo más originales. "Caridad del Guadalquivir" a orillas del Ebro acompañan a los peaneros en su último esfuerzo hasta las puertas de San Cayetano.
Y lo dicho, cuando llega el Descendimiento a San Cayetano bajo un cielo cad vez más rojo y un viento que anuncia que, la Semana Santa que esperamos como agua de mayo, puede terminar mojando los capirotes y los corazones con el agua de abril. Desde luego los del colegio de los jesuitas recuerdan otros Martes Santos mucho más aguados por lo que cuatro gotas no les habrá molestado mucho.
El tercer capítulo ha concluido. Un fuerte abrazo para la familia Luesma, familia cofrade por excelencia. Un abrazo a toda la familia de la Columna.
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