Cuando no se que hacer me meto en una librería. Unas veces para matar el tiempo, otras de propio para pasar un rato de la tarde. Eso es lo que hice el sábado.
Espero no vivirlo, porque no se que haría con tantos tiempos por matar cuando no existan las librerías. Esto terminará pasando. Primero porque dejarán de publicarse libros, y segundo porque nadie querrá comprar algo que ocupa tanto, que cuesta tanto y que encima no será politicamente correcto pues consume papel.
Será una pena. Los libros electrónicos no son lo mismo. El lector siempre pesa igual, siempre tiene el mismo tacto, huele de la misma manera..... sea el libro que sea. Los libros de verdad son otra cosa. Aunque sean los de esa colección de cien libros RTVE de los años 70 que aparecían por todas las casas de los amigos. O los de la colección austral, siempre con el mismo formato, siempre con el mismo diseño.
La lectura no será igual. Perderemos la vinculación con el libro, con el volumen ........ Pero bueno.... a mi no me llegará. Y si dejan de vender siempre podré recurrir a releer los que tengo por casa. Eso si..... mis hijas no se que harán con ellos. Siempre los pueden donar a una biblioteca que sirva como centro de interpretación de como eran los humanos décadas atrás, o pegarles fuego para que sirvan de combustible en tiempos de crisis. O al cementerio de los libros olvidadados que nos dicen que hay en la Barcelona de la Sombra del Viento.
Por eso nunca me hice del "Circulo de lectores". A mi me gusta cotillear las novedades, manosear los libros, disfrutar con las ilustraciones...... (que cursi me está saliendo la entrada de hoy)..... vamos que me gusta ir de librerías.
Pero no todo es tan romántico. Reconozco que me cuesta ir a las librerias tradicionales (apenas existen ya), donde una campanita en la puerta anuncia tu llegada y alguien detras del mostrador está dispuesto a darte una atención personalizada. Reconozco que soy fans de la FNAC o de la Casa del Libro, donde andas a tus anchas sin que nadie te interpele. Cuando no existían en Zaragoza, e iba a Madrid cada dos por tres (reuniones, Congresos, Jornadas...... que la crisis en el trabajo han acabado con ellas), esos dos establecimientos eran de visita obligada. Bueno, aquella librería Pérez del Tubo, librería de viejo , si que me gustaba, como la de la cale Pedro Cerbuna, también me gusta pero me pilla más a desmano.
Por eso, el otro día al ver "Tienes un e-mail" aparecieron una de esas contradicciones que uno tiene. En la película te da pena que Megg Ryan, propietaria de una pequeña librería de cuentos infantiles (La librería de la esquina), tenga que cerrar al abrir en la acera de enfrente una cadena de grandes librerías de la que es propietario Tom Hanks.Seguramente yo no entraríaa la tienda de Megg Ryan porque me pone nervioso y lo haría en la cadena Fox porque nunca saldría a saludarme Tom Hanks (que también me suele poner nervioso excepto en Naufragos y en Salvad al soldado Ryan. ).
Por cierto tengo un ami... un conocido que se ha comprado un lector de esos. Dice que tiene 1000 libros metidos ya. Lo curioso es que no sabía que este ami... conocido tuviera afan por la lectura hasta que me esseñó el aparato.
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